Recientemente, un pastor muy desacreditado y desesperado por recuperar relevancia publicó el siguiente tuit:
Dios ha pasado por alto el púlpito de la iglesia y le ha dado Su evangelio a los influencers, políticos y podcasters, y eso se debe a que la mayoría de los pastores se han convertido en inútiles conferencistas motivacionales.

A simple vista, este pastor está justificando su propia conversión en influencer y podcaster tras la desgracia de su ministerio, además de aprovechar la popularidad de varias figuras teológicas y políticamente conservadoras de derecha que parecen pasar una cantidad desmesurada de tiempo tuiteando, haciendo videos en YouTube y publicando pódcast. En ese nivel, su afirmación es perversa y equivocada. Dios no ha “pasado por alto” a los pastores. Hay muchos pastores fieles que siguen predicando el evangelio. Si acaso, muchos de los influencers que él tiene en mente son precisamente conferencistas motivacionales; solo que motivan a la gente hacia la superación personal mediante una agenda política.
Pero, por otro lado, los comentarios de este pastor resuenan con algunas realidades que debemos reconocer. Por ejemplo, llevo años escuchando a pastores en todo el país decir que luchan por discipular a sus congregaciones, cuando las noticias y la radio los discipulan seis días a la semana. Esa preocupación solo se ha intensificado con la proliferación de YouTube, los pódcast y las redes sociales. Un pastor puede tener 45 minutos a la semana para predicar un sermón; mientras tanto, los influencers, políticos y gurús de estilo de vida tienen acceso a los congregantes durante muchas horas cada día.

Entonces, ¿qué? podrías preguntar. Tal vez esos influencers están aportando perspectivas útiles a la vida de las personas, y en algunos casos eso es cierto. Pero sin discernimiento ni prudencia, la tentación de quedar atrapado en una burbuja ideológica es enorme. Los algoritmos lo promueven. Además, estos influencers están fuera de nuestras comunidades, mientras que nuestros pastores conocen nuestro contexto y nuestras necesidades locales. Los influencers y gurús de estilo de vida son muy hábiles para hacer generalizaciones amplias (como yo mismo suelo hacer), pero no pueden reemplazar la sabiduría de tu pastor local (por favor, no reemplaces a tu pastor local conmigo).
La distinción principal que quiero destacar, es la diferencia entre el influencer moderno de internet y el modelo de imitación en Cristo (1Co 11:1), especialmente en el contexto de un pastor o anciano.

El influencer de internet tiene ciertas características e incentivos perversos:
- Está motivado para promoverse a sí mismo, su marca, su imagen y su nombre.
- Se siente atraído por la controversia porque el algoritmo la favorece y la recompensa.
- Es adicto a la captura de audiencia, la necesidad de complacer a ciertos públicos.
- Tiene un incentivo perverso para no disculparse, no corregir errores ni ir contra su “bando”.
- Tiende a endurecerse dentro de una ideología estrecha.
- Rara vez es responsable ante otros, salvo por medio de multitudes o linchamientos digitales.
- Suele pasar cada vez más tiempo produciendo, comentando o criticando contenido.
- Tiende a vender productos promocionales (swag).
- Las plataformas de redes sociales están perfectamente diseñadas para su crecimiento.

En cambio, los pastores y ancianos tienen un conjunto distinto de cualidades:
- Son llamados por Cristo para compartir las buenas noticias del evangelio con toda la creación.
- Buscan la pureza y la paz de la iglesia, evitando la división y la controversia, excepto cuando sea absolutamente necesario para la salud de la congregación.
- Están llamados a evitar “comezón de oír” (decir solo lo que agrada) y a enseñar las “cosas duras” de la Escritura por el bien de las almas de sus congregantes.
- Están bíblicamente obligados a arrepentirse y pedir perdón cuando pecan, y no están obligados a retener críticas hacia cristianos o personas de cualquier orientación política.
- Se sostienen sobre una base doctrinal, confesional y bíblica firme, pero también comprenden el misterio de la fe.
- Son justamente responsables ante sus consistorios o sesiones (perdón si sueno muy presbiteriano aquí) y presbiterios. Las multitudes no tienen relevancia.
- Aunque algunos pueden ser llamados a escribir canciones, artículos o libros, no hay un llamado general a producir contenido, sino únicamente a predicar el evangelio y administrar los sacramentos.
- No tienen productos que vender.
- Las redes sociales son un medio torpe y distorsionado para sus propósitos.

Parece que muchos pastores han sentido la presión mundana de cruzar hacia el espacio de los influencers, y no creo que eso sea saludable para sus ministerios ni para sus almas. Los incentivos para hacerlo son considerables. Ya existen programas de inteligencia artificial que convierten tus sermones en contenido de redes sociales con tu propia marca. Pero, como hemos visto, eso no es lo que los pastores están llamados a hacer. Este enfoque dirige una atención innecesaria hacia la imagen del pastor, en lugar de hacia el pastor como un instrumento en las manos de Dios.
En otro sitio he hablado mucho sobre el “cambio de ambiente”, y hay cosas emocionantes en ello. Pero una cosa que quiero animar es que todos enfoquemos nuestros esfuerzos en el discipulado dentro de contextos locales, bajo pastores y ancianos locales. Un influencer, un podcaster, mucho menos un político, no conocerá tus luchas, por mucho que parezca empatizar. No pueden rendir cuentas contigo.
Existe un lugar legítimo para aprender de personas fuera de la iglesia local. Si no creyera eso, no estaría escribiendo esto. Pero siempre debe ser un complemento a la iglesia local. Cualquier movimiento impulsado principalmente por gurús en línea, ya sean seculares o religiosos, no puede ofrecer el amor humano y el discipulado que necesitamos para crecer y madurar en la fe. Sí, pueden, sin embargo, manipular nuestras emociones y vendernos muchos productos.

¿Algunos pastores necesitan predicar el evangelio con mayor fidelidad? Sí. Pero sospecho que lo que este pastor entiende por “evangelio” en ese tuit, tiene poco que ver con Cristo crucificado por nuestros pecados, y más con un “evangelio” anti-progresista o anti-“woke”, que no es el evangelio, sino una agenda. Lo que él tiene en mente es que los pastores deberían complacer los oídos de las corrientes políticas más favorables del momento. Eso, ciertamente, es lo que hacen muchos podcasters e influencers. Pero ese no es el trabajo de un pastor. El trabajo de un pastor es ser fiel en predicar el evangelio a tiempo y fuera de tiempo, y administrar los sacramentos. Lo cual no significa que deba permanecer neutral ante la injusticia, sino que permite que la justicia de Dios dirija su predicación y sus oraciones pastorales, no los caprichos de los temas de moda en X (ya sean de derecha o de izquierda).

Si alguien me preguntara si me identifico como “tercera vía”, diría que no. No creo que esa sea la forma correcta de entender las divisiones políticas ni nuestra postura frente a la justicia de Dios. Mi objetivo es estar orientado hacia la justicia de Dios, y procuraré seguirla a donde me lleve. En general, creo que eso se alinea con una cierta definición del conservadurismo tradicional, pero no temo criticarlo cuando lo considero necesario. Por eso mismo sería un mal influencer.
Publicado originalmente en Alan Noble Substack.com.
