Esperanza abundante

¿Quiénes son capaces de tener una esperanza abundante, un gozo y una paz desbordantes?
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El contenido de este artículo son las notas de un sermón que el Profesor Murray predicó no mucho antes de su enfermedad y fallecimiento. Constituyen solo un bosquejo.

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Y el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo (Rom 15:13) En el mundo actual hay un miedo generalizado. No es de extrañar. La situación mundial está llena de peligros. Es sobrecogedor considerar la destrucción de vidas y bienes que acarrearía otra guerra mundial. Y no sería humano, y mucho menos cristiano, ser insensible ante esta amenaza. Pero gran parte del extendido pesimismo es fruto de la incredulidad. ¿Qué dijo nuestro Señor? «Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, procurad no turbaros». En el miedo generalizado no hay esperanza. ¡Qué diferente es la actitud que recomienda el apóstol! Habla de «gozo y paz». Sí, pero no simplemente. Habla de «todo gozo y paz». Habla de esperanza. Pero, de nuevo, no meramente esperanza. Es una esperanza abundante. Habla del poder del Espíritu y de la fe. Es bueno notar estas palabras claves: gozo, paz, esperanza, fe, el poder del Espíritu Santo. ¿Son éstas nuestras? ¡Cuán opuestas son a la agobiante ansiedad, al pesimismo y a la angustiante desesperación! La esperanza es la nota central del texto. Dos rasgos lo confirman:

  1. El texto no es directamente oración ni directamente exhortación. Está en medio y tiene un triple propósito de intercesión, exhortación y el recordatorio de que el cumplimiento procede de la gracia capacitadora de Dios. Todo gira en torno al carácter en función del cual se designa a Dios como «el Dios de la esperanza».
  2. El propósito último de todo lo que precede al texto es que los creyentes abunden en esperanza.

“El Dios de la esperanza». Se le llama el Dios de la paciencia y del consuelo (v. 5), el Dios de la paz (v. 33; cf. 16:20; 2 Cor. 13:11; Fil. 4:9; 1 Tes. 5:23; Heb. 13:20), el Dios del amor (2 Cor. 13:11). Él es el autor de la paciencia y la consolación y afirma la paz. Así ocurre con el amor y la esperanza. Pero seguramente hay algo más en el amor y la esperanza. Dios es el Dios del amor porque es amor. Y es el Dios de la esperanza porque Él mismo es la esperanza de Su pueblo. Son herederos de Dios y coherederos con Cristo (Rm 8:16). Dios es la morada de Su pueblo (Sal. 90:1). Él es la porción de Su pueblo. A quién tengo yo en el cielo sino a Ti, etc. (Sal. 73:25, 26). El Señor es mi porción, dice mi alma; por eso esperaré en Él (Lam. 3:24). Si este es el caso, entonces hay muchas razones para abundar en esperanza. La salvación está condicionada por la esperanza (Rom. 8:24), esperanza que se realizará en la consumación. Pero a los demás rasgos del texto hay que darles el lugar y la dimensión que les corresponden, que estemos llenos “de todo gozo y paz «. ¡Cuán contraria a la perturbación mental que tan frecuentemente caracteriza a los creyentes! El fruto del Espíritu es gozo y paz. ¿Por qué gozo? Porque «Regocijaos en el Señor siempre», etc. (Fil. 4:4). Este es el secreto. La alegría en el Señor no puede ser demasiado exuberante (comparar con Rom 7:14-25; 1 Pe 1:5 ss). ¿Por qué la paz? Es la paz de Dios (Fil. 4:7). Mantiene el corazón y la mente en Cristo Jesús. En todo esto debemos notar los superlativos. La esperanza es abundante. Desbordando de gozo y paz. ¿Quiénes son capaces de tener una esperanza abundante, un gozo y una paz desbordantes? La respuesta está​: «en el creer», por la fe. Nótese el lugar que ocupa la fe en esta epístola (1:16, 17; 3:21, 22; 4; 5:1 y otros). La fe es el instrumento de la gracia santificante, no se limita a la justificación. En conclusión, debe observarse una condición muy importante. ¿No es todo esto imposible? En una vida tan condicionada por el conflicto interior, tan acosada por las pruebas y las perplejidades, ¿podemos atrevernos a albergar un gozo exultante y la calma de la paz? La respuesta es el poder del Espíritu Santo. Ah, amigos míos, ningún otro es adecuado, sino el Espíritu Santo. Este artículo fue publicado por primera vez en la edición de marzo de 1976 de la revista Banner of Truth.    Artículo original: https://banneroftruth.org/us/resources/articles/2020/abounding-hope/

John Murray

John Murray (1898-1975) fue reconocido en su propia vida como uno de los principales teólogos reformados en el mundo de habla inglesa. Realizó estudios, primero en la Universidad de Glasgow (MA, 1923) y luego en el Seminario Teológico de Princeton, EE. UU. (1924-27). En 1929 fue invitado a enseñar teología sistemática en Princeton, y lo hizo durante un año, antes de unirse a la facultad del recién formado Westminster Theological Seminary en Filadelfia.

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