La iglesia evangélica en Latinoamérica debe reflexionar sobre los tiempos que vivimos en nuestros países. Son tiempos de perplejidad, preocupaciones y oportunidades. He enumerado a continuación algunos puntos que creo que deberían formar parte de esa reflexión.
- Como van las cosas, me parece que es sólo cuestión de tiempo antes de que los valores de la cosmovisión cristiana, que incluso modelaron superficialmente la cultura brasileña a la cual pertenezco, sean excluidos de la política, la economía, el arte, la educación y que el paganismo domine estos ámbitos. Aunque los evangélicos representan un tercio de la población brasileña, están en camino de perder la guerra cultural por el aborto, la ideología de género, la pedofilia, la poligamia y otros problemas.
- Las dimensiones y profundidad de la corrupción y la deshonestidad instaladas en todos los ámbitos del poder político y financiero en Brasil, y probablemente en otros países de la región, superan cualquier esperanza de cambio que puedan tener los cristianos fieles y rectos. Una vez que se pierde la esperanza de instalar los valores del Reino de Dios en el país, debemos preguntarnos cuál es el papel de la iglesia cristiana en una democracia erosionada por la deshonestidad, la mentira y la codicia, y que es irrecuperable.
- La iglesia evangélica perdió su autoridad para profetizar. La teología de la prosperidad que se enseña en las iglesias neopentecostales proyecta una sombra de desconfianza sobre la verdadera intención de sus pastores y fundadores y los coloca, ante la mirada pública, en la misma fosa común que los políticos codiciosos y corruptos. Los sectores de la iglesia evangélica que se aliaron y lucharon incondicionalmente por las agendas de izquierda o de derecha perdieron todo respeto con la exposición constante de las fechorías de quienes representan a ambos bandos. Las iglesias históricas están paralizadas, algunas de ellas carcomidas por el liberalismo teológico que les roba la predicación del Evangelio de sus púlpitos. La iglesia cristiana ha perdido su discurso público. Quién sabe, ahora es el momento de que ella recupere su verdadera misión y predique el Evangelio sencillo y puro de Cristo a ricos y pobres.
- Gran parte de los evangélicos en Brasil están dejando las denominaciones históricas e iglesias pentecostales y neopentecostales y buscando formas alternativas de ser iglesia, donde no tienen que someterse a la autoridad espiritual y la disciplina moral, donde no hay requisitos financieros y formalidades de membresía. Por un lado, puede representar una renovación de la iglesia en su búsqueda de más sencillez, por otro lado, puede representar un alejamiento de los requisitos bíblicos para la iglesia, como seguir un liderazgo espiritual, contribuir financieramente a la obra de Dios. (ayudar a los necesitados y expandir el Reino) y disciplina de los que caen en pecados.
Es ante este cuadro desesperanzado que aparecen oportunidades para que la iglesia reflexione sobre su rol, se reforme, se renueve y sea la boca de Dios en este tiempo. «Oh témpora, oh mores» [“¡Qué tiempos, qué costumbres!”].
