Este post patrocinado es una adaptación de El Evangelio según Dios: El capítulo más notable del Antiguo Testamento, de John MacArthur, un libro que explica las palabras proféticas de Isaías 53 versículo por versículo, destacando importantes conexiones con la historia de Israel, el Nuevo Testamento y nuestras vidas hoy.
Una verdad impactante
La realidad de la muerte vicaria y sustitutiva de Cristo en nuestro favor es el núcleo del evangelio según Dios, el tema central de Isaías 53.
Sin embargo, debemos recordar que el pecado no mató a Jesús, sino que lo hizo Dios. La muerte del siervo sufriente fue nada menos que un castigo administrado por Dios por los pecados que otros habían cometido. A eso nos referimos cuando hablamos de expiación penal sustitutoria. Una vez más, si la idea parece chocante e inquietante, es porque así debe ser. Si no sientes repugnancia ante el pensamiento, probablemente aún no lo has comprendido. “Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb 12:29). Esta es una de las principales razones por las que el evangelio es una piedra de tropiezo para los judíos, y es necedad en lo que respecta a los gentiles (1Co 1:23). “Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo, poder de Dios, y sabiduría de Dios” (v 24).
No hay forma de eludir el hecho de que la doctrina de la sustitución penal se afirma inequívocamente en el mensaje claro de Isaías 53. También se confirma y reitera en muchos otros pasajes de las Escrituras (comparar 2Co 5:21; Ga 3:13; Heb 9:28; 1P 2:24). El siervo de Yahvé, aunque perfectamente inocente, cargó con la culpa de los demás y sufrió una angustia indecible para expiar sus pecados.
La necesidad de la muerte de Cristo
A pesar de los matices inquietantes de ese mensaje, es una buena noticia. De hecho, no hay una buena noticia más gloriosa. Explica por qué Dios “no nos trata según nuestros pecados, ni nos paga según nuestras iniquidades” (Sal 103:10). Él no ha comprometido Su propia justicia. No se limita a pasar por alto nuestras transgresiones. Por el contrario, satisfizo plenamente la justicia y eliminó para siempre nuestro pecado mediante la muerte de Su Hijo. “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal 103:12). Ahora, la gracia puede reinar verdaderamente a través de la justicia (Ro 5:21). Y Dios puede ser a la vez “el justo, y el que justifica al que tiene fe en Jesús” (Ro 3:26).
La salvación nacional de Israel está todavía en el futuro. Pero nadie (ni judío ni gentil) necesita esperar algún acontecimiento futuro para apartarse del pecado y confiar en Cristo. Puedes salvarte “si oyereis hoy Su voz” (Heb 3:7). La justicia de Dios está disponible incluso ahora “por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él” (Ro 3:22). Y “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro 10:13).
“En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido” (2Co 6:2).
Este artículo se publicó originalmente en Challies.