Hace algunos meses, viví uno de los momentos más dolorosos de mi vida al despedir a mi padre, quien partió a la presencia del Señor. A pesar de sentir la paz que solo Él puede ofrecer en situaciones como esta, también experimenté el gozo de saber que un día volveré a verlo y que ahora está disfrutando de la eternidad. Durante ese tiempo, el Salmo 90 cobró un profundo significado para mí, recordándome la fugacidad de la vida y cómo su existencia se desvanecía como un suspiro mientras lo sostenía en mis brazos.
El sufrimiento es una experiencia universal que toca la vida de cada ser humano. Desde la pérdida de seres queridos hasta enfermedades, conflictos y dificultades económicas, todos enfrentamos momentos de dolor y desesperación. Pero como cristianos podemos ver que la Biblia nos enseña que, aun en medio del sufrimiento, podemos encontrar gozo y paz. El Salmo 90, atribuido a Moisés, ofrece una profunda reflexión sobre la brevedad de la vida, la eternidad de Dios y la capacidad de encontrar propósito y gozo en medio de la adversidad.
1. Dios es nuestro refugio eterno (Salmo 90:1-2)
El salmo comienza con una poderosa afirmación: “Señor, Tú has sido un refugio para nosotros de generación en generación. Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú eres Dios” (Sal 90:1-2). Este reconocimiento de la eternidad de Dios es fundamental para comprender el propósito del sufrimiento en nuestras vidas. Aunque nuestras dificultades puedan parecer abrumadoras, Dios es eterno y soberano, y Él sigue siendo nuestro refugio en todo momento.
Cuando enfrentamos sufrimiento, tendemos a sentirnos desamparados y solos. Sin embargo, este versículo nos recuerda que Dios es nuestro refugio constante, que ha estado presente para todas las generaciones y lo seguirá estando para siempre. El gozo que podemos experimentar en medio del sufrimiento no proviene de la ausencia de problemas, sino de la certeza de que Dios está con nosotros. Él es inmutable, y podemos encontrar consuelo y seguridad en Su presencia.
2. La brevedad de la vida humana (Salmo 90:3-6)
En los versículos siguientes, Moisés reflexiona sobre la fragilidad y brevedad de la vida humana: “Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: ‘Vuelvan, hijos de los hombres’. Porque mil años ante Tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche” (Sal 90:3-4). Moisés compara la vida humana con una hierba que florece por la mañana y se marchita por la tarde (v 5). Esta imagen nos muestra la fugacidad de nuestras vidas en comparación con la eternidad de Dios.
Cuando nos enfrentamos al sufrimiento es fácil olvidar que nuestra vida es temporal. Podemos quedar atrapados en el dolor, creyendo que durará para siempre. Sin embargo, Moisés nos recuerda que nuestras vidas son como un suspiro, pero que Dios es eterno. Al comprender la brevedad de nuestra existencia, podemos aprender a vivir de una manera que glorifique a Dios, incluso en medio del sufrimiento. Esto no significa que debamos ignorar o minimizar nuestro dolor, sino que debemos verlo desde una perspectiva eterna.
3. El sufrimiento y la justicia de Dios (Salmo 90:7-11)
El Salmo también nos lleva a reflexionar sobre la justicia de Dios y cómo Su ira justa se manifiesta en nuestras vidas. “Porque hemos sido consumidos con Tu ira, y por Tu furor hemos sido conturbados. Has puesto nuestras iniquidades delante de Ti, nuestros pecados secretos a la luz de Tu presencia” (Sal 90:7-8). Aquí, Moisés reconoce que el sufrimiento a menudo es el resultado del pecado humano. Vivimos en un mundo caído, y algunas de las pruebas que enfrentamos son consecuencias del pecado, tanto personal como colectivo.
El sufrimiento nos recuerda nuestra necesidad de arrepentimiento y de reconciliarnos con Dios. A menudo, nos acercamos a Él más profundamente en los momentos de mayor dolor. La disciplina de Dios, aunque dolorosa, es un acto de amor, ya que nos guía hacia una relación más íntima con Él. Al reconocer que nuestros días están contados y que nuestras vidas están expuestas ante Dios, somos llamados a buscar Su perdón y misericordia. En este proceso de arrepentimiento y restauración, podemos encontrar gozo, pues sabemos que Dios es fiel para perdonarnos y restaurarnos.
4. La oración por sabiduría y satisfacción en Dios (Salmo 90:12-15)
En el versículo 12, Moisés eleva una oración crucial: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Esta oración refleja el deseo de vivir con propósito y sabiduría en medio de la brevedad y fragilidad de la vida. Cuando enfrentamos el sufrimiento, podemos perder de vista lo que realmente importa. Sin embargo, Moisés nos enseña a orar por sabiduría para que cada día de nuestra vida tenga sentido y nos acerque más a Dios.
Además de la sabiduría, Moisés ora por satisfacción en Dios: “Sácianos por la mañana con Tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días” (Sal 90:14). A pesar del sufrimiento, Moisés busca ser saciado con la misericordia de Dios, lo que le permite encontrar gozo en cualquier circunstancia. Aquí encontramos una lección profunda: el gozo verdadero no proviene de la eliminación del sufrimiento, sino de una satisfacción profunda en Dios. Cuando buscamos primero Su misericordia y gracia, podemos cantar y alegrarnos incluso en medio de las pruebas más difíciles. Además, unirnos al sentir de Pablo en 2 Corintios 4:17-18. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
5. La gracia de Dios y el gozo en medio del sufrimiento (Salmo 90:16-17)
El Salmo concluye con una oración pidiendo que la gracia y el favor de Dios reposen sobre Su pueblo: “Y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí, la obra de nuestras manos confirma” (Sal 90:17). Esta oración nos muestra que, incluso en medio del sufrimiento, podemos experimentar el gozo de ver la obra de Dios en nuestras vidas.
Cuando sufrimos, es fácil sentir que nuestras vidas carecen de propósito o significado. Sin embargo, al orar para que Dios confirme la obra de nuestras manos, estamos reconociendo que Él tiene un propósito para nosotros, incluso en medio del dolor. Dios puede usar nuestras experiencias de sufrimiento para moldearnos, transformarnos y hacer Su obra en nosotros. Este es un motivo de gran gozo: saber que Dios está obrando en nuestras vidas, incluso en los momentos más oscuros.
Conclusión
El Salmo 90 nos enseña que el gozo en medio del sufrimiento no depende de nuestras circunstancias, sino de nuestra relación con Dios. Al reconocer Su eternidad y nuestra fragilidad, al arrepentirnos de nuestros pecados, y al buscar Su sabiduría y misericordia, podemos experimentar un gozo profundo que trasciende el dolor. Dios es nuestro refugio eterno, y en Él encontramos propósito, paz y gozo, aun en medio de las pruebas más difíciles.
Que el Salmo 90 te inspire a buscar a Dios en medio de tu sufrimiento y a encontrar en Él el gozo que nunca falla.