Uno de los profesores favoritos de mi esposo en el Seminario, Joe Rigney, escribió esto: “Este es nuestro llamado fundamental como padres de ser la sonrisa de Dios a nuestros hijos. Somos encargados por Dios a criar a nuestros hijos en la disciplina e instrucción del Señor. Dios mismo nos ha mandado a comunicar a nuestros hijos quién y cómo es Él. Y Dios es fundamentalmente un Dios Feliz, un Padre Satisfecho. Y así como el Padre comunica su deleite en Su Hijo a través de sus palabras y hechos, en su presencia y comportamiento, nosotros también debemos hacerlo”. Muchas veces siento que los padres cristianos nos abrumamos tanto con el comportamiento exterior de nuestros hijos, o de asegurarnos que ellos entiendan la salvación y abracen a Cristo, que se nos olvida lo más importante: vivir, respirar, disfrutar a nuestro Señor y Salvador. Descansamos cuando entendemos que Él nos llama como padres, esposos y familia a deleitarnos en el gozo y expresarlo en nuestro hogar de manera que impacte sus vidas y Cristo sea visto hermoso, su palabra una delicia y su gloria deseable.
El gozo es Cristo
Sé que todos podemos estar de acuerdo que la vida en familia no es tan fácil y agradable todo el tiempo. Cada persona que compone un hogar es pecaminosa, tiene luchas, tentaciones, pecados; tenemos muchas veces historial de problemas y conflictos no resueltos, y añadimos a eso las presiones de la vida, la escasez, los problemas de salud, etc. Y, entonces decimos, “¿gozo en el hogar? Lo único que puedo ver en mi hogar son problemas y dolor.” Sin embargo, pausemos un momento y pensemos bíblicamente, ¿Qué es el gozo? Podemos decir que el gozo no lo da las circunstancias, sino Dios; pero pensemos mas allá, viendo todo el consejo de la Biblia. ¿Qué es el gozo? El gozo es Dios en Cristo Jesús. Leemos pasajes como Salmo 16 y nos damos cuenta que el Salmista nos apunta a Dios como la fuente de gozo “Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre” (Sal. 16:11 NBLA). Es hermoso leer y meditar en todo el Salmo 16 y vivir el llamado de hacer a Dios nuestro todo. Cuando estamos llenos de Él, de la plenitud de su gozo, desbordaremos de gozo en nuestro hogar. El pastor Luis Mendez dice: “si tú no estás lleno de Dios, estarás constantemente demandando del otro lo que solo Dios puede darte y no estarás dando de lo que tanto Cristo te da”. Entonces, lo más esencial para que el gozo del Señor invada nuestro hogar, es: más de Cristo, menos de mí. Oremos entonces, clamemos y vengamos a Jesús sedientas de Él, deseosas de deleitarnos en Dios por medio de su palabra y la oración.
El gozo nos lleva adorar
Si el gozo verdadero es Cristo, más allá de lo que Él puede dar, entonces cuando venimos continuamente a la fuente de gozo, esto producirá adoración. Entendemos que nada ni nadie puede llenarnos, sostenernos, amarnos y darnos consuelo y felicidad como nuestro Padre por medio de Jesucristo. Entendemos que la condena de un Dios Santo y Justo para una humanidad rebelde, era segura, y que tú y yo estábamos destinadas a una vida separada de la única fuente inagotable de gozo; separadas de Dios y condenadas a una vida llena de desesperanza, dolor, pecado y muerte. Pero Dios… “Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados)” (Ef. 2:3-5 NBLA). Ese es el Evangelio, Cristo el Perfecto Hijo de Dios muriendo por pecadores como nosotros para darnos vida en abundancia en Él y acceso directo al Padre, no por nuestras obras sino por fe en el Único que pudo pagar por nuestro pecado. Estas son noticias de gran gozo que tienen que llenar nuestros corazones diariamente de profunda adoración a Dios. La Fuente de Gozo se dio a sí mismo para que lo disfrutáramos por siempre. Y entonces, esta adoración impactará profundamente cómo vivimos en nuestro hogar, cómo amamos a nuestro cónyuge y a nuestros hijos, cómo les servimos sacrificialmente, cómo damos con una sonrisa en nuestra alma en lugar de vivir demandando con una amargura necia que no nos permite despegarnos de querer encontrar en otros lo que solo Dios nos puede dar. Este gozo, Cristo nuestro gozo, nos mueve a vivir una vida de adoración que impregna cada cosa que decimos, tocamos, y hacemos.
El gozo nos lleva a la unidad.
Cuando dos esposos aman a Cristo y encuentran su gozo en Él, el resultado será la unidad. No quiero sonar irrealista, la unidad no se crea de la noche a la mañana, pero sí es el resultado de consistentemente buscar al Señor, llenarnos de Él y dar lo que hemos recibido de Cristo en los momentos de tensión, de conflicto y de angustia. Es decirles a los problemas, a la muerte y a las desilusiones del día a día “oh muerte donde esta tu aguijón, Cristo nuestra Victoria es”. Entonces esta unidad y gozo de dos esposos pecadores, redimidos por Cristo, que buscan su gozo en Él, impactarán la vida de sus hijos mostrándoles que el gozo de papi y mami no está en las emociones o circunstancias cambiantes. Su gozo está en Uno, el Único que no cambia, y no se cansa, y no se va. Podemos ser la sonrisa de Dios a nuestros hijos cuando Dios hace esto en nuestros corazones y mostramos con expresiones externas en quién está nuestro deleite. Entonces, entendiendo el fundamento de nuestro gozo, no estaremos queriendo controlar a nuestros hijos consumidos por ansiedad de que se comporten o abracen a Cristo. En lugar de esto, disfrutaremos de la libertad y el descanso en Dios para poder clamar por ellos, servirles con amor, conversar con ellos escuchándolos para que se sepan respetados, hablarles del evangelio y disfrutar nuestros momentos con ellos desde la plataforma que Cristo controla nuestro gozo, no lo que ellos hagan o no hagan. Podemos reír en familia, jugar, sonreírnos durante el día, perdonarnos fácilmente, y ser rápidos para pedir perdón al ofendernos, expresarnos amor con toque físico y con palabras llenas de gratitud; tenernos paciencia unos con otros en lugar de exigirnos perfección. Miremos al Único Perfecto, y a la única Fuente verdadera de gozo, Cristo Jesús, llenémonos de Él y desbordará gozo de nuestro corazón a nuestro hogar.