En el transcurso de mis años siendo padre, he recibido consejos de cientos de fuentes diferentes. Como la mayoría de los padres, he leído algunos libros sobre la crianza de los hijos, algunos de los cuales son obras generales mientras que otros están dirigidos al gozo y a los retos específicos de ser padre. He leído muchas entradas de blogs y artículos que tratan el asunto desde diferentes perspectivas.   Por supuesto he sido desafiado por la Biblia a través del estudio personal y a través de sermones. Y luego están esas conversaciones personales con otros padres en las que les he formulado preguntas o me han dado consejos voluntarios. Sigo siendo un firme defensor de decirle a la gente: «Me gustaría que mis hijos fueran como los tuyos. Dime lo que has aprendido en el camino».  Una de mis conversaciones más formativas fue cuando mi hijo mayor tenía siete u ocho años. Estuve hablando con un amigo mayor y con más experiencia como padre. Su hijo mayor ya estaba en la adolescencia. El consejo que me dio este amigo fue tan simple como pudiera ser y tan útil como cualquiera que haya escuchado.  Me habló de las diversas conversaciones que tendrás que tener con tus hijos a medida que crecen y maduran. Esas conversaciones simples y directas con niños de siete años eventualmente dan paso a otras mucho más profundas y más sensibles con los hijos de diecisiete años. Y luego me dio algunos consejos sobre dos formas diferentes de tener tales conversaciones.  La primera es la conversación cara a cara. Esta es la que tienes cuando te sientas en lados opuestos de una mesa en un café o en algún restaurante. En este escenario, tanto tú como tu hijo pueden mirarse a los ojos y disfrutar de toda la franqueza relacional y la intimidad que esto permite. Estas son ocasiones que a veces surgirán de manera casual, pero que también deben ser creadas deliberadamente, invitando a tus hijos a salir contigo o encontrando momentos en los que puedan estar solos en casa.   En este momento es cuando puedes preguntar sobre la escuela, el trabajo y la familia. En este momento es cuando puedes preguntar sobre la fe, la iglesia y la devoción. En este momento es cuando puedes disfrutar de una conversación simple, franca y dejarla correr sin importar a donde vaya.  El segundo tipo de conversación es la conversación de lado a lado. Esta es la que tienen mientras van en el carro juntos, tú en el asiento del conductor y tu hijo en el asiento del pasajero, o quizás cuando trabajan en un proyecto o hacen alguna actividad juntos. En esta conversación no se mirarán a los ojos porque el entorno lo dificulta, y ese es exactamente el punto. A medida que conversen, ambos serán capaces de mantener sus ojos fijos en el camino que tienen por delante o en la tarea que están haciendo.   Al reducir la intimidad de su postura puede aumentar la intimidad de su conversación. Lo haces por bondad hacia tu hijo, sabiendo que es más fácil para él o ella expresar o confesar ciertos asuntos cuando no se le obliga a mirar a los ojos de mamá o papá. En este momento es cuando puedes preguntar sobre el amor y el romance, así como los asuntos del corazón. En este momento es cuando puedes preguntar sobre la lujuria y la pureza y los asuntos de la sexualidad. En este momento es cuando puedes discutir asuntos que de otra manera serían difíciles de manejar e incómodos. Estas son oportunidades que se pueden aprovechar cuando surgen inesperadamente, y también son oportunidades que se pueden crear cuando sabes que una conversación en particular está pendiente o debiste haberla tenido hace ya un buen tiempo.  Desde la perspectiva de un padre inexperto con hijos pequeños, este consejo fue oportuno y valioso. Fue un consejo al que he prestado mucha atención y que me demostró la necesidad de tener amigos cristianos maduros y experimentados.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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