¿Has experimentado la depresión? ¿Te has sentido angustiada en algún momento? ¿Tu esposo lo ha experimentado? Temor, angustia, depresión y preocupación son algunos de “los males” de este tiempo. En algún momento de nuestra vida, tendremos aflicciones. Hace un par de semanas tuvimos una prueba económica tremenda en casa, fueron días en los que mi esposo y yo nos angustiamos en sobremanera, nos quedamos además de eso, incomunicados por todos los medios, estábamos solos, totalmente solos. Tuve comunicación sólo con una amiga, pero nada más, ella junto con otras hermanas oraron por nosotros durante ese tiempo. ¿Sabes? El sentir que estás solo en medio de la aflicción es terrible. Parece que nadie escucha, ni ve tu necesidad y si acaso lo hacen, no es importante para nadie. Estoy convencida que Dios permite que eso suceda porque cuando ponemos nuestra mirada en otros, podemos olvidarnos de nuestro Dios. Pero Él no se olvida de nosotros, nos sacude para que entendamos de una vez que Él es el dueño de todo. ¡De todo! De nuestra vida, de la de nuestros esposos e hijos, dueño de nuestro tiempo y de todo lo que nos concierne. ¿Qué podemos exigir como nuestro si todo le pertenece a Él? Dios permite los tiempos de desierto, en su soberanía. Pero siempre está con nosotras. Gracias a Dios porque permite esos tiempos, nos ayudan a saber cómo depender de Él, para pulirnos, para morir a nosotras mismas, para dejar de depender de nuestras capacidades o de quienes nos rodean. Porque tú nos probaste, oh Dios; Nos ensayaste como se afina la plata. Nos metiste en la red; Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; Pasamos por el fuego y por el agua, Y nos sacaste a abundancia. Salmos 66:10-12 Cuando aprendemos a depender de Él y a confiar en su soberanía, descansamos. Entendemos y se hace real en nuestra vida la Palabra dicha en Romanos 8:28 “Todas las cosas ayudan a bien a quienes aman a Dios”. En alguna ocasión, alguien me dijo que la aflicción y la angustia no es para los cristianos, pero la Palabra de Dios hace mención de ellas, incluso el mismo Señor Jesucristo lo menciona: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33) Pasaremos aflicción, pero no debemos perpetuarla, no podemos ni debemos vivir afligidas toda la vida. Durante esos tiempos, pareciera que nadie nos escucha o se da cuenta de lo que sucede en nuestro interior.  Aun cuando externemos nuestro sentir, es como si a nadie le importara lo que nos sucede y, en ocasiones creemos que Dios tampoco nos escucha. ¿Te ha pasado? Bueno, en esa semana que te comento, tuve mucho tiempo para meditar y estudiar la Palabra. Mis oraciones eran más de gratitud por ese tiempo de prueba, pero llegó un momento que no pude más y me derrumbé. Y en esos momentos fue que el Salmo 77 fue un respiro para mí. Asaf, un levita que era director del coro de David, escribió este Salmo después de haber pasado por un tiempo de aflicción. este Salmo nos enseña la salida de toda tristeza, dolor, aflicción. Asaf, un hombre de oración, un adorador. Mi voz se eleva a Dios, y a Él clamaré; mi voz se eleva a Dios, y Él me oirá. En el día de mi angustia busqué al Señor; en la noche mi mano se extendía sin cansarse; mi alma rehusaba ser consolada. Salmo 77:1-2 Clamemos a Dios cuando más afligidas nos encontremos, cuando sintamos que estamos en un hoyo de desesperación. Busquemos su rostro. Me acuerdo de Dios, y me siento turbado; me lamento, y mi espíritu desmaya. (Selah) Has mantenido abiertos mis párpados. Salmos 77:3-4 Dime si acaso te has sentido así alguna vez, de esas noches que no puedes dormir pero que tampoco puedes orar. Bendito Dios que nos ha dado a su dulce Espíritu Santo que nos ayuda y nos da consuelo. Asaf estaba profundamente abatido y nos da una idea de cómo salir de esa desesperación que podemos estar atravesando. Te confieso que fue lo que me ayudó esos días de tanta angustia, me aferré a esas palabras y recordé que Dios no se ha olvidado de nosotros. He pensado en los días pasados, en los años antiguos. De noche me acordaré de mi canción; en mi corazón meditaré; y mi espíritu inquiere. ¿Rechazará el Señor para siempre, y no mostrará más su favor? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Ha terminado para siempre su promesa? ¿Ha olvidado Dios tener piedad, o ha retirado con su ira su compasión? Salmos 77:5-9 (Énfasis añadido) Esas preguntas nos las hemos hecho en algún momento ¿cierto? De pronto te das cuenta de que estás pensando: “será cierto todo lo que Dios me prometió? ¿por qué si dijo que me sanaría, aún no sano? ¿Me falto fe? ¿No era para mí esa palabra? Tal vez Dios se olvidó de mi” Y la respuesta que se da a sí mismo Asaf, también es una respuesta para ti y para mí. Entonces dije: Este es mi dolor: que la diestra del Altísimo ha cambiado. Me acordaré de las obras del Señor; ciertamente me acordaré de tus maravillas antiguas. Meditaré en toda tu obra, y reflexionaré en tus hechos. Salmos 77:10-12 En los tiempos de prueba tenemos la visión muy corta, se nos cierra el mundo; es cuando más necesitamos de Dios porque podemos tomar malas decisiones para salir más rápido de ahí, y ese no es el plan. Saldremos de ahí cuando Dios sepa que hemos aprendido el propósito que tuvo para nosotras desde antes de entrar a ese desierto. No peleemos ni demos golpes al aire, lo mejor que podemos hacer es descansar en que Dios tiene el control, adorarle y buscar su consejo. Creo que entre más rápido entiendo el propósito de la aflicción, más rápido salgo de ella. Bendito Dios que permite las pruebas en nuestra vida, porque a través de ellas también conocemos la paz que viene de Él. Dios no te ha olvidado mujer, en cada prueba, en cada desierto, Él está contigo; descansa en que todo ello tiene un propósito divino y que Él se glorificará. Recuerda que Él no te olvida, no olvides todo lo que ha hecho antes por ti, recuerda todas aquellas ocasiones en las que guardó tu vida, en las que te alimentó, cuidó de tus hijos, todas aquellas veces que impidió algo que te dañara, las sanidades… recuerda que no te ha dejado sola, su dulce Espíritu Santo mora en ti y prometió que estaría contigo todos los días, hasta el fin del mundo y hoy está dentro de esos días. Él sigue aquí, contigo. En Su Gracia

Karla de Fernandez

Karla de Fernández está casada con Jorge Carlos y es madre de Daniel, Santiago y Matías. Radican en Querétaro, México y son miembros de iglesia SOMA Querétaro. Karla ama discipular a sus hijos, es defensora del hogar y de la suficiencia de las Escrituras para dignificar el rol de la mujer en el hogar, como esposa, madre y hacedora de discípulos. Puedes encontrarla en X (https://twitter.com/karlowsky) Instagram (https://instagram.com/kardefernandez) y YouTube (https://youtube.com/@kardefernandez)

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