¿Por qué el Diluvio es tan importante para nuestra fe?

La Biblia presenta el Diluvio como un evento histórico, no como una alegoría. Y su mensaje de juicio y misericordia sigue siendo urgente.
Foto: VaE, basada en una imagen de Lightstock

El relato del diluvio en Génesis es uno de los episodios más debatidos y atacados en la historia de la fe cristiana. Desde una perspectiva apologética, muchos críticos lo consideran un mito o una exageración basada en relatos antiguos similares de otras culturas. Algunos argumentan que no hay evidencia científica suficiente para sostener un diluvio global y que la historia es solo una enseñanza moral sobre la justicia y el pecado. En el campo del liberalismo teológico, se plantea que el diluvio es una alegoría y que no debe tomarse como un evento histórico real.

Sin embargo, como cristianos, afirmamos la autoridad de la Escritura y reconocemos que el diluvio fue un acontecimiento histórico con profundas implicaciones espirituales. Este evento no solo es crucial para comprender la narrativa bíblica, sino que también revela aspectos fundamentales del carácter de Dios: Su justicia, Su juicio sobre el pecado y Su misericordia al proveer salvación a los que confían en Él.

El diluvio: un hecho histórico

A diferencia de lo que dicen sus críticos, la Biblia no presenta el diluvio como un relato simbólico o únicamente poético, sino como un evento histórico concreto. Hay otras fuentes antiguas que mencionan inundaciones catastróficas —como la Epopeya de Gilgamesh—, las cuales respaldan el hecho de que la humanidad evidenció un terrible evento de destrucción. Sin embargo, ninguna tiene la coherencia del relato bíblico. Aunque sabemos que la tradición oral llevó a varios registros, solo la Biblia muestra la coherencia y sustento suficiente para ofrecer la verdadera narración.

Una de las críticas más importantes que se hacen del diluvio es que se limitó a una región geográfica particular (el valle de Mesopotamia). Sin embargo, el relato bíblico habla claramente de cómo las aguas cubrieron toda la tierra y destruyeron a todos los seres humanos y animales terrestres fuera del arca (Gn 7:21-23). La Biblia enfatiza que el agua cubrió “todos los montes altos que había debajo de todos los cielos” (Gn 7:19).

El relato del diluvio en Génesis es uno de los episodios más debatidos y atacados en la historia de la fe cristiana. / Foto: Pexels

Otro aspecto criticado es el tamaño del arca, del cual se dice que es imposible que pudiera contener a todas las especies (se estima que hay alrededor de 9 millones). Con todo, una lectura natural del texto nos permite ver que el arca de Noé fue una construcción colosal que pudo recibir los animales que Dios y Noé tenían en mente. Génesis 6:14-15 dice: 

Hazte un arca de madera de ciprés. Harás el arca con compartimientos, y la cubrirás con brea por dentro y por fuera. De esta manera la harás: de 300 codos (135 metros) la longitud del arca, de 50 codos (22.5 metros) su anchura y de 30 codos (13.5 metros) su altura. Le harás una ventana que terminará a un codo (45 centímetros) del techo, y pondrás la puerta en su costado. Harás el arca de tres pisos.

Su diseño no era el de un barco convencional, sino una estructura estable y segura para resistir el cataclismo. En su interior, no estaban todas las especies animales en un sentido biológico moderno, sino representantes de “tipos” o “familias” de animales, un término hebreo que, aunque se traduce como “especie” en español, en realidad hace referencia una categoría más general. Esto significa que el arca albergó una selección de animales a partir de los cuales podrían diversificarse las especies actuales.

La Biblia no presenta el diluvio como un relato simbólico o únicamente poético, sino como un evento histórico concreto. / Foto: Istock

El diluvio: una fuente de sabiduría

El diluvio no solo tiene valor histórico, sino que también es una fuente de enseñanza y advertencia para la humanidad. Aunque como cristianos debemos informarnos lo suficiente para dar razón a aquellos que contradicen la veracidad de la Escritura, la razón principal por la que estudiamos el Diluvio es para alimentar nuestras almas. En 2 Timoteo 3:16-17 se nos recuerda que “toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”. Así, el relato del Diluvio nos edifica de al menos tres maneras fundamentales.

1. Nos enseña sobre el juicio de Dios

El diluvio es una manifestación clara del juicio divino sobre la humanidad pecadora. En los días de Noé, “era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y… toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal” (Gn 6:5). Esta corrupción extrema provocó la justa ira de Dios, quien decidió destruir la tierra mediante el agua. Este juicio no fue simbólico ni local, sino real, inminente y universal. La Biblia deja claro que la humanidad no tomó en serio la advertencia de Noé y que la destrucción llegó de manera repentina. Esto nos enseña que Dios es paciente, pero también es justo, y Su juicio sobre el pecado es seguro.

El diluvio es una manifestación clara del juicio divino sobre la humanidad pecadora. / Foto: Lightstock

2. Nos recuerda la gracia de Dios en medio del juicio

A pesar de la severidad del juicio, el relato del Diluvio también resalta la misericordia de Dios. Noé “halló gracia ante los ojos del Señor” (Gn 6:8) y fue elegido para ser el medio a través del cual Dios preservaría a la humanidad. La supervivencia de Noé y su familia aseguró que se cumpliera la promesa de Génesis 3:15, donde Dios anunció que un descendiente de la mujer vencería a la serpiente. Si la humanidad hubiera sido destruida por completo, la promesa de redención habría quedado sin cumplimiento. La historia de Noé también nos recuerda que Dios salva por gracia y no por mérito humano. Noé no fue elegido porque era perfecto (leemos sobre varios de sus pecados), sino porque Dios decidió mostrarle favor a un hombre que creía en Él.

3. Nos apunta hacia la promesa de la segunda venida y el juicio final

El Nuevo Testamento nos advierte que, así como hubo incredulidad antes del Diluvio, también la hay en los días previos al juicio final. En 2 Pedro 3:3-7, el apóstol dice que en los últimos días habrá burladores que ignorarán deliberadamente el juicio pasado y el venidero. Por lo tanto, los creyentes somos exhortados a vivir de acuerdo con la promesa de la venida de Cristo. El pasaje dice:

Ante todo, sepan esto: que en los últimos días vendrán burladores con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones, y diciendo: “¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación”. Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado por el agua. Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

Asimismo, en Lucas 17:26-27, Jesús comparó los días de Noé con los tiempos finales, en que todos pretenden llevar vidas normales a la vez que ignoran el juicio inminente: “Tal como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos”. Explicando la verdad de estos pasajes, J. C. Ryle escribió:

Cuando llegó el Diluvio, los hombres fueron hallados “comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio”, absorbidos en sus actividades mundanas, y completamente indiferentes a las advertencias repetidas de Noé. No vieron ninguna probabilidad de una inundación. No creían que había peligro. Pero al fin llegó el Diluvio de repente y “los llevó a todos”. Todos los que no estaban con Noé en el Arca se ahogaron. Todos fueron llevados al final para rendir cuentas, sin perdón, sin conversión y sin preparación para encontrarse con Dios. Y nuestro Señor dice, “así será la venida del Hijo del Hombre”.

En Lucas 17:26-27, Jesús comparó los días de Noé con los tiempos finales, en que todos pretenden llevar vidas normales a la vez que ignoran el juicio inminente. / Foto: Jhon Montaña

Conclusión: el humanismo y la perspectiva bíblica

Quizás la principal razón por la que muchos rechazan el relato del Diluvio es que parten de una perspectiva humanista, en la que el hombre es más valioso que la gloria de Dios; consideran injusto que Dios haya destruido a tantas personas. Sin embargo, la Biblia nos muestra que todos los hombres merecen el juicio divino, que la verdadera injusticia sería que Dios no actuara contra el pecado, y que tal es Su gracia que permitió que una familia pecadora fuera salva. Así, como creyentes, hoy necesitamos volver sobre estas verdades del Diluvio y permitir que el Espíritu nos dé una perspectiva correcta de Dios a través de este importante relato.

Joe Owen

Director y Expositor Principal de «Respuestas en Génesis» para América Latina. Joe ha enseñado muchas partes de Latinoamérica. Estudia en la Universidad de Luther Rice y se especializa en cosmovisiones y apologética. Es co-autor del libro Una Sola Raza, Una Sola Sangre con Ken Ham.

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