Me encanta una frase que mi mamá usa constantemente desde que comenzó la pandemia por el coronavirus cuando habla al respecto: la familia no está en confinamiento sino en recogimiento. A mi parecer, la palabra confinamiento no suena muy agradable. La verdad es que cuando la escucho, me imagino a una familia en un refugio subterráneo en medio de una guerra, comiendo alimentos enlatados, bebiendo agua embotellada, sin poder ver la luz del día y escuchando noticias por la radio. En cambio, la palabra recogimiento trae consigo otras implicaciones o ideas como unión familiar, amistad o alegría. Sin embargo, soy la primera en reconocer que esta no es la realidad para muchos hijos adultos jóvenes que viven con sus padres. Lo sé porque soy una joven soltera de veinticinco años viviendo con su mamá. Si juntas a un grupo de pecadores -incluso aún salvos por la gracia de Dios- bajo un mismo techo, habrá conflicto y, por tanto, honrar a nuestros padres será desafiante. Estamos juntas en esto. Honrar a nuestros padres puede llegar a ser tan difícil para ti como para mí. Mi mamá es cristiana pero mi papá no lo es. Sé lo increíble que es tener a uno de los padres en Cristo mientras que el otro no. En este artículo no me propongo sermonearte, sino darte ánimo y explicarte por qué y cómo podemos honrar a nuestros padres durante este recogimiento. Abramos la Biblia y que sea Dios quien nos muestre por qué debemos honrar a nuestros padres.
Sí, porque Dios lo dice y aunque tus padres no lo merezcan
Ya sé que hemos perdido la cuenta de las veces que nos han recordado este mandamiento. Desde el púlpito en la iglesia el domingo, tus propios padres, tus amigos cristianos, en fin. La verdad es que ellos hacen bien en recordarnos la palabra de Dios, aunque el tono de su voz no sea siempre el más agradable. Se trata de un mandato del Señor que debemos gozosamente obedecer. Recuerda que como hijas de Dios no estamos en esta tierra para establecer nuestro pequeño reino, sino que vivimos por una causa MUCHO más grande que nosotras mismas: extender el reino de Dios, predicar el evangelio y hacer discípulos (Mt. 28:19-20). Recuerda que por más difícil que sea tener amor y misericordia a tus padres, Cristo la tuvo contigo. Siendo pecadoras, nos amó hasta la muerte (Fil. 2:8). Esto debe impactar tu vida por completo. Honrar a los padres no se trata en última instancia sobre ellos o nosotras, sino de obedecer y amar a Dios. Cada vez que veas imposible o difícil honrar a tus padres, predícate a ti misma el evangelio. De hecho, no dejes de predicártelo. Sé cuán fácil es distraerse en los afanes de la vida. Comienza por meditar el evangelio y predicarlo con tu propia vida en la relación con tus papás, aunque ellos no merezcan que los honres. La verdad es que tanto tú como yo, no merecíamos que la gracia de Dios nos alcanzara y perdonara, y así como hemos sido perdonadas también estamos llamadas a perdonar y mostrar misericordia (Mt. 5:7).
Tus padres portan la imagen de Dios
Recuerda que la vida de tus padres es valiosa y digna porque portan la imagen de Dios. Nadie pide nacer. Una persona simplemente nace y vive porque Dios le da vida conforme a Su imagen y semejanza. ¿Te has preguntado alguna vez qué significa que Dios creó al hombre conforme a su imagen y semejanza (Gén. 1:26)? Significa que el hombre se parece a Dios, en que su intelecto, voluntad y toma de decisiones hacen parte de su diseño divino. Ya que tus padres se parecen a Dios y sus vidas son valiosas ante Él, debes honrarlos. Debes respetar y cuidar sus vidas no solo físicamente sino también espiritualmente. Te propongo que antes de continuar, hagas un autoexamen sobre tu relación actual con ellos. Para esto, examina tus palabras hacia ellos ya que ellas muestran lo que está en tu corazón (Lc. 6:45). Bueno, ya sé que debo honrar a mis padres… ¿cómo puedo llevar esto a la práctica?
Honrándolos en la práctica
Ya que no conozco la dinámica de tu hogar ni las necesidades puntuales de tus padres, voy a darte unas ideas que pueden ser de ayuda. Comienza por preguntarles cómo puedes ayudarles; y si tienes hermanos, pregúntense cómo pueden ser un mejor equipo para la honra de ellos.
Aporta a su sostenimiento
“Es que está soltera y vive con los papás” es la frase que varios usan para explicar cómo una joven adulta solventa una vida financieramente cómoda (maquillaje, viajes, tecnología, estudios, etc.) y sí, tienen razón. Vivir con tus padres puede permitirte esas cosas. Mi objetivo es que, si por la voluntad de Dios gozas de un trabajo, entonces ames sacrificialmente a tus padres y honres su casa aportando para las necesidades del hogar en el que vives. Si en este momento ellos no necesitan tu ayuda financiera puedes comenzar a ahorrar para necesidades futuras. Piensa en su vejez. Piensa en honrar todos los años que ellos se sacrificaron por ti y tus hermanos. Practica la humildad. A eso nos llama la Biblia en Filipenses 2:3-4: “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.”
Participa en las tareas del hogar
Hace unas semanas escuché a una hija entrevistando a su mamá sobre varias cosas que las hijas queremos saber. Una de sus preguntas fue si los padres nos encargan tareas de la casa porque se sienten cansados. La respuesta fue sí y la mamá lo explicó muy bien: “Nosotros hemos hecho las tareas de la casa por varios años mientras los hijos no han podido hacerlas”. Cuánta razón. Desde cambiarnos pañales, cocinar nuestros alimentos y mantener una casa limpia y organizada durante nuestra infancia, todo ha estado a cargo de nuestros padres. Ya es nuestro momento de participar. Voy a decirte lo que personalmente ha funcionado en mi casa durante la pandemia. Cuando dieron la orden de quedarnos a trabajar desde casa, mi mamá y yo nos dividimos las tareas. Yo estoy a cargo de organizar la cocina después de cada comida, sacar la basura, limpiar los vidrios y trapear el piso. Si eres una joven adulta, como en mi caso, es bastante probable que tus padres sean adultos mayores que deben cuidar mucho más su salud y evitar exponerse a los sitios públicos. Por esto también suelo ser yo quien sale la mayor parte del tiempo a comprar alimentos, recoger medicamentos, hacer diligencias y pagar las facturas por internet. Te invito a que hagas labores similares para servir a tus padres y la casa en donde vives. Oro a Dios que, en medio de este recogimiento, nuestros padres vean el ejemplo de servicio de nuestro Salvador en nosotras. Quiera Dios que Su reino avance desde nuestros hogares para Su gloria y nuestro gozo santo. Quiero cerrar con un desafío para ti: detente un momento para orar sobre la honra a tus padres. Clama a Dios por amor, arrepentimiento y un deseo genuino de obediencia.