Esto podría sorprenderte, pero una de las horas más difíciles para un pastor son las que siguen a su sermón del domingo. Te bajas del púlpito todavía conectado y los jugos fluyen mientras saludas a los que salen del servicio. Luego, como después de un buen trote, comienzas a calmarte, tu cuerpo regresa al modo “no estoy predicando”. Lo que trae consigo una decepción emocional temporal, pero real. Estas razones son suficientes para no confiar en nuestros instintos y discernimiento en esos momentos. Sin embargo, lo que enfrentamos durante este torbellino de emociones son palabras de ánimo, comentarios, preguntas, y criticas (o la ausencia de ella) dada por aquellos que se sientan bajo tu sermón. No hace falta decir que evaluar de forma objetiva y honesta nuestro propio sermón en medio de todo esto puede tornarse un desafío. Aquí hay cuatro sugerencias útiles que he encontrado.
Recibe el aliento de forma correcta
Nada eleva el espíritu en esta fatigante espiral emocional post-sermon como un cálido, honesto y especifico comentario de un miembro de la iglesia sobre cómo el sermón fue útil para él. Son un regalo de Dios por su gracia. Recíbelo de inmediato, pero con humildad, consciente de que fue solo la obra de Dios que ayuda a esa persona, y no la astucia o elocuencia de tu sermón.
Almacena las críticas para el martes a la mañana
Cualquier critica que escuches debe ser recibida, admitida de manera amable y luego considerada con honestidad; pero no una hora luego de tu sermón. La mayoría de nosotros que, acabamos de derramar nuestros corazones en la predicación, no estamos en un buen lugar para evaluar las críticas. Siempre recibe con amabilidad todos los comentarios. Por más que esos comentarios puedan ser particularmente duros, o incluso ásperos para oír, son mejor evaluados luego de dos buenas noches de sueño. Escríbelos, déjalos en tu escritorio. Trata de recordarlos hasta el martes. ¡No siempre he podido hacerlo, pero cuando tome la disciplina, valió la pena!
Espere la revisión del servicio más tarde esa noche
Si no tienes un proceso en marcha donde evaluar los servicios y sermones del día con otros pastores y aquellos que están siendo entrenados para el ministerio, te animo a que lo hagas. Unos 4-6 de nosotros nos reunimos durante una hora los domingos por la noche luego del servicio para discutir estas cosas. Es de mucha ayuda tratar de evaluar tu sermón entre hermanos de confianza y discernimiento en tu iglesia que desean que crezcas.
Reconoce que tu trabajo ha terminado
La mejor cosa que puedes hacer una hora después de tu sermón es reconocer que tu labor de la semana dejada en el púlpito unos minutos atrás, ahora ha terminado. Para bien o mal, fuiste fiel. Encuentra gran gozo y aliento en que Dios hará el resto a través de su Espíritu, el que trabaja en su pueblo que escuchó la Palabra de Dios que fue predicada. La tranquilidad con la que descansemos ese domingo en la noche dependerá en gran manera de la fe que tenemos que Dios y su Palabra están haciendo el trabajo, aunque mi sermón haya sido decepcionante, nada podrá cambiar eso. Considera estas sugerencias a medida que pones la mano en el arado esta semana hasta que culmine en el púlpito el domingo. Espero que sea de ayuda para evaluar tu sermón en una forma más fructífera. Hay una cosa mejor que estar dispuesto a evaluar tus sermones con honestidad y esta es saber cuándo es el tiempo oportuno para hacerlo.