[dropcap]E[/dropcap]l 05 de junio de 2011, John MacArthur completó una notable hazaña. Concluyó su viaje de 42 años de predicación a través del Nuevo Testamento verso a verso. En este episodio de la Serie Grandes Sermones, analizaremos cómo empezó John MacArthur con un sermón que iba a preparar el escenario para los siguientes 42 años de su ministerio en Grace Community Church. Miremos de más cerca qué fue lo que hizo tan memorable este primer sermón. Este video es presentado en parte por el Southern Baptist Theological Seminary. Puedes descargar un libro gratuito desde el Seminario, y saber más acerca de la formación de predicadores en sbts.edu/challies. https://youtu.be/qT2lUVO9RF4 (Subtítulos) Tim: El 05 de junio de 2011, John MacArthur completó una notable hazaña. Llegó al final de un viaje de 42 años de predicación a través del Nuevo Testamento verso a verso. Este fue un logro monumental. Es uno que cuesta concebir. 42 años, una semana tras otra, a tiempo y fuera de tiempo, entre funerales y bautismos, en las penas y alegrías de la vida pastoral, cavando sin cesar en busca de los tesoros de la Palabra de Dios. 27 libros, 260 capítulos, 7.957 versos. ¿Cómo se comienza semejante tarea? Quizá hayas oído un viejo refrán: «Pasito a pasito se anda el camino». Resulta que lo mismo ocurre con la predicación del Nuevo Testamento verso a verso. ¿Cómo se hace? Un verso a la vez. Así comenzó MacArthur. Con un verso. Pero no tomó cualquier verso. Escogió comenzar con algunas de las palabras más impactantes de todo el Nuevo Testamento. John MacArthur: Tomen sus Biblias, busquen Mateo 7, comenzando en el verso 21: «No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». Tim: El 09 de febrero de 1969, John MacArthur, con 29 años, comenzó su ministerio en Grace Community Church con un sermón titulado Cómo pretender ser iglesia. Fue un gran sermón que abrió el camino a otros miles de grandes sermones. ¿Qué lo hizo tan memorable? Miremos de más cerca. Este video es presentado en parte por el Southern Baptist Theological Seminary. Puedes descargar un libro gratuito desde el Seminario, y saber más acerca de la formación de predicadores en sbts.edu/challies. Aun antes que John MacArthur naciera, ya se había preparado el terreno para que llegara a ser un celoso y fiel expositor de la Biblia. Su abuelo, Harry, era un talentoso predicador, cuya petición en su lecho de muerte había sido entregar un último sermón sobre el cielo de todas las cosas. Y su padre, Jack, tenía un ministerio radial en la Costa Oeste que duró más de 60 años. Así que no sorprende que cuando era joven, John hubiera decidido entre el deporte profesional y una vida en el púlpito, y decidió ser predicador. Durante el final de la década de 1960 y en medio de la cultura hippie y el nuevo movimiento de Jesús, viajó por toda la Costa Oeste. Estaba puliendo su talento, predicando varias veces a la semana en campamentos juveniles y en conferencias. Pero su deseo íntimo siempre fue predicar verso a verso la Palabra de Dios. Solo había un problema: su edad. Aunque algunas iglesias mostraron un interés inicial en llamarlo para que fuera su pastor, cerraron la posibilidad en cuanto supieron que solo tenía 29 años. Pero una iglesia de Sun Valley, California precisamente estaba buscando un pastor joven. Sus dos pastores anteriores habían muerto de un ataque al corazón, y llamaron a John, esperando a alguien con un poco más de vigor. Pero nadie podría haber predicho que él estaría allí los siguientes 50 años. MacArthur se presentó para su sermón de candidato y predicó a través de Romanos 6 y 7 durante 1 hora 20 minutos. En respuesta, la congregación puso un enorme reloj en el muro del fondo de la iglesia y feliz le pidió que fuera su pastor. Así que cuando MacArthur pasó al púlpito por primera vez como pastor de Grace Community Church, quizá tenía 29 años, pero no nos engañemos, era un predicador experimentado. Estaba entrenado en la Palabra, y ardía en él el deseo de enseñar la Palabra a una congregación muy, muy ansiosa por escucharla. En este sermón, vemos tres características que lo hacen grande. Y en realidad son las características que han distinguido el ministerio de MacArthur hasta hoy. Primero, MacArthur muestra que la Palabra de Dios santifica a la iglesia. Desde el comienzo mismo del sermón, este es un punto importante. John: Bíblicamente, no existe bajo el sol un modo en que la iglesia pueda cortejar al mundo. La iglesia debe ser la conciencia del mundo. La iglesia debe estar tan bien definida que se vuelva antagonista del mundo. Para los que están fuera de Jesucristo, mi confianza y oración es que esta iglesia será el asiento más incómodo del mundo, porque presentamos un evangelio que divide. La verdadera iglesia de Jesucristo no es una institución religiosa que recibe a todos, es el cuerpo de Jesucristo, separada para Dios. Casada y unida solamente al mismo Cristo, redimida por fe. Tim: Es por eso que MacArthur escogió Mateo 7:21-23 como su primer texto que entregaría allí como pastor. Este es un llamado aleccionador para todos los que llaman a Jesús «Señor», a examinarse y asegurarse de conocer realmente a Jesucristo en una relación salvífica. MacArthur está convencido de que en la medida que la iglesia sea mundana, no puede servir al mundo. La iglesia primero debe ser santa, separada, distinta del mundo. Y esto solo puede ocurrir a través de la Palabra de Dios. Por este motivo, desde el comienzo mismo de su ministerio, MacArthur lleva a su gente cara a cara con la Palabra de Dios. John: Estoy seguro de que esta noche aquí hay personas que vienen y no conocen a Jesucristo de forma personal y vital. Estoy convencido de que, por el tamaño de la congregación esta mañana, hay algunos sentados en esta audiencia que han venido a la iglesia muchas veces, pero no conocen a Jesucristo. Y quizá incluso tengan sensaciones religiosas, e incluso emociones santurronas, pero no conocen a Jesucristo. Y estoy convencido de que antes que como iglesia podamos avanzar juntos como cuerpo, como una unidad, debemos convertirnos en una unidad, y la única forma de llegar a ser uno, como Cristo oró que pudiéramos ser, es que todos estemos realmente en Cristo. Así que hoy quiero que examinemos atentamente nuestras vidas. Tim: La segunda característica del sermón de MacArthur es esta: la Palabra de Dios fija la agenda. Al escuchar el sermón de MacArthur, uno puede notar que cuesta seguir un bosquejo claro. En realidad, solo hay un punto donde MacArthur da un breve vistazo a ese bosquejo. John: Hemos visto la condición para la entrada al reino, hemos visto el clamor de los que quedan fuera, y esta es la condenación de los que están sin Cristo. Tim: MacArthur comienza con la condición para la entrada al reino. Luego, en algún punto del sermón, pasa al clamor de los que quedan fuera. Pero cuesta determinar cuándo pasó del primer punto al segundo. Y luego, para su último punto, menciona brevemente la condenación de los que quedan sin Cristo. Él intenta algún tipo de aliteración, pero para el oyente de personalidad motivada, quizá su bosquejo parezca un poco descuidado. Quizá te tientes a atribuirlo a su juventud, pero en realidad el mismo estilo ha caracterizado su predicación hasta el día de hoy. Phil Johnson, director ejecutivo de Grace to You, ha catalogado a MacArthur como el mayor expositor estadounidense de los últimos 200 años. No obstante, también lo cataloga como el peor en cuanto a bosquejos de todos los predicadores que conoce. ¿Por qué? Porque MacArthur sigue tan implacablemente el camino del texto, que no permite que un bosquejo lo redirija de forma alguna. En este sermón, y prácticamente en cada sermón posterior de MacArthur, la estructura del sermón sigue la estructura del texto. Por eso es muy difícil seguir un bosquejo. Porque MacArthur nunca sacrifica la fidelidad al texto por la elocuencia en su bosquejo. Se conforma con un bosquejo simple, con tal de que su exposición se mantenga clara. Finalmente, la tercera característica del sermón de MacArthur es esta: la Palabra de Dios es el centro de atención. Recuerda que es la primera vez que está frente a su nueva congregación como su pastor. Uno pensaría que quizá compartiría algún tipo de historia personal para que lo conozcan un poco mejor. Uno pensaría que podría sazonar su sermón con anécdotas divertidas para comenzar bien la relación. O por lo menos uno pensaría que haría algo para contarles sus grandes planes para esa iglesia. Pero al escuchar el sermón y prácticamente no hay nada de eso. ¿Qué encontramos más bien en su sermón? Un recorrido palabra a palabra a través de Mateo 7:21-23, y 23 detalladas referencias cruzadas a otros pasajes. No saca ninguna historia divertida. Pero sí saca Génesis, Amós, Oseas, Mateo, Lucas, Juan, Hechos, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, 1 y 2 Timoteo, y Apocalipsis. MacArthur comienza con la Palabra y permanece en ella en todo el sermón. Está convencido de que el rol del predicador no es atraer la atención hacia sí mismo, ni permanecer relevante con comentarios culturales. El rol del predicador es explicar el significado de la Palabra de Dios. MacArthur construye un fundamento de Escritura tan fuerte que cuando finalmente concluye el sermón con una anécdota, es notablemente efectiva. John: Había un actor en una función de salón al que le pidieron que recitara, y se levantó y quiso ser gentil con su audiencia, así que dijo: «Recitaré lo que ustedes quieran», y nadie sugirió nada, y casualmente había un viejo predicador presente. Estaba sentado en el fondo. No sé cómo llegó allí, quizá se coló en la fiesta; normalmente a los predicadores no los invitan a funciones de salón de alta sociedad, pero estaba allí. Y se levantó y dijo: «Me gustaría escucharle recitar el Salmo 23». Bueno, el actor quedó un poco anonadado, pero él se había ofrecido, así que tuvo que hacer lo que le pedían. Él conocía el salmo, así que aceptó hacerlo. Repitió el Salmo 23 con total elocuencia. Lo interpretó magistralmente. La dicción fue hermosa. Y cuando terminó, hubo un aplauso espontáneo en toda la sala. Y el actor, creyendo que se vengaría del anciano, le dijo: «Señor, me gustaría escucharlo a usted recitarlo». El anciano no se lo esperaba; pero debido a su amor por Cristo, se levantó y recitó el Salmo 23. Su voz se debilitó, se quebró, no fue muy bello. La interpretación no fue realmente buena. Al terminar, no hubo aplauso. Pero no había ojos secos en la sala. Y el actor, al sentir su propia emoción, se levantó y dijo: «Señoras y señores, yo llegué a sus ojos y oídos, pero él llegó a sus corazones». Y dijo que la diferencia era esta: «Yo conozco el Salmo, pero él conoce al Pastor». Tim: Así es como John MacArthur inició su viaje a través del Nuevo Testamento. Usando la Palabra para santificar a la iglesia. Permitiendo que la Palabra fijara la agenda y manteniendo la Palabra en el centro de atención. Y así es como ha proseguido su viaje a través del Nuevo Testamento, semana a semana, por 42 años, hasta que finalmente llegó a su último texto. John: Bueno, era febrero de 1969 en un domingo lluvioso cuando me presenté en Grace Church al final de mis veintes, sin saber qué traía el futuro. Como dije, había un par de cosas en mi mente. Una era enseñar la Escritura verso a verso, y la otra, capacitar a hombres. Dios de alguna manera ha permitido la realización de ambos deseos en formas que superan con mucho lo que yo podía imaginar. Yo estaba preparado para enseñar la Biblia seria pero alegremente. Estaba preparado para enseñarla verso a verso, palabra por palabra, frase por frase y letra por letra si era necesario, porque estaba impulsado por un gran fundamento, por una gran motivación. Lo creía entonces y lo creo ahora, que cuando sostenía una Biblia en mis manos, realmente sostenía la Palabra viva de Dios. Lo creo. Siempre lo he creído. Y mi fe en la precisión y la integridad de la Escritura es más fuerte en cada pasaje de mi vida. Tim: En los últimos 42 años, se ha vuelto muy, muy claro que John MacArthur conoce la Palabra. Nos ha conducido por los pasajes más difíciles, ha defendido con valor la verdad en medio de la controversia y nos ha dado muchos más recursos de los que alguien podría leer en toda su vida. No obstante, MacArthur no solo ha llegado a nuestros ojos, oídos y mente, sino que ha llegado a lo profundo de nuestro corazón. Lo más impactante, lo más claro después de estos 50 años de ministerio no es lo mucho que MacArthur conoce la Palabra, sino lo profundamente que conoce al Pastor. Si te apasiona la predicación, como a mí, quiero contarte sobre un seminario en el que he llegado a confiar y a apreciar porque sé que les preocupa profundamente predicar la Palabra de Dios. Te animo a visitar el Seminario Bautista, que ha estado bajo el liderazgo de Albert Mohler por décadas. El Seminario está absolutamente comprometido con entrenar a pastores que conozcan, defiendan y expongan la preciosa Palabra de Dios. Si visitas su página, te darán un libro gratuito que puede servir como recurso para ayudarte con el tipo de audaz predicación de la que hemos estado hablando hoy. Simplemente visita sbts.edu/challies.