Por años he escuchado la frase “la esperanza es lo último que se pierde” usualmente como algún tipo de aliento en contextos de deportes cuando uno de los participantes está perdiendo. Y al parecer la frase es cierta cuando miramos nuestras sociedades. Ellas han perdido la esperanza, y en la desesperación de vivir sin la misma han aceptado todo lo malo, en especial el aborto.

Entre la vida o la muerte

El aborto no es solamente una elección entre la vida o la muerte de un bebé, sino que también es la elección entre tener esperanza o no. Es en sí mismo la negación práctica de la esperanza. Los videos recientes de la organización Planned Parenthood nos demuestran esto. La conversación de obtener “órganos” y “tejidos intactos” de los “fetos” abortados suena a obtener productos de un estante de supermercado (aunque más horripilante). Podemos ver como una persona con unas pinzas toma de un envase piezas del cuerpo de un bebé recientemente abortado. En el envase hay ojos, sangre, y más claramente un pequeño brazo. Un pequeño brazo que sin duda se hubiese levantado en protesta a su muerte…pero no pudo. Estos videos nos presentan verdades y realidades de las cuales no podemos ni hablar en detalle. Sentados detrás de nuestro computador hemos presenciado la destrucción del no nacido y el mercado que hacen con su cuerpo. Los viejos argumentos de que esto es solo un procedimiento, un aborto “terapéutico”, o que el feto no es más que “un grupo de células”, no tienen peso alguno al momento de ver los videos. Nuestros corazones gritan y no podemos olvidar las imágenes.

La desesperanza hecha visible

Hemos sido diseñados para aferrarnos a tener esperanza. Sin pensarlo dos veces, iríamos al rescate de un niño en peligro, o de un bebé abandonado. Es más, de seguro gritaríamos si viéramos un adulto romper el cráneo de un niño. ¿Por qué? Porque hemos sido diseñados a la imagen de Dios, con sentimientos y con una inclinación de ayudar al más débil. Pero el aborto es la desesperanza hecha visible. Una enfermedad, un cáncer que ha cauterizado las consciencias de millones de personas alrededor del mundo las cuales le han dado la espalda al no nacido y en desesperanza han elegido la muerte y su propio yo. No hay redención, no hay vuelta atrás… ¿o sí?

La respuesta está en el evangelio

Como creyentes, ¿qué esperanza tenemos? ¿qué podemos ofrecerle a este mundo hundido en su enfermedad? La esperanza del Evangelio, la esperanza de que en la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo todo aquel que viene a Él tiene salvación. Él vino a salvar lo irredimible, lo perdido, lo peor de este mundo. Y es a la luz de este mensaje que podemos ver lo que muchas de nuestras sociedades han perdido: la esperanza. Han permitido que se destruya la vida del inocente. Han elegido sus placeres, o en el caso de muchos, han dejado que sus temores, presión familiar o social, y escasez económica los controlen. Sin embargo, al hacerlo han dejado que el mal gane. Hemos dejado que el mal gane en cada sala de aborto. Es tiempo de responder y parar este mal. No lo paremos solo hablando de las atrocidades que el mismo trae, las cuales son visibles en cada video, sino predicando esperanza a aquellos que eligen este mal. Dejemos que los mismos niños destruidos y hechos líquidos en los videos levanten sus voces, y unámonos junto a ellos para predicar esperanza (la que solo puede ser encontrada en Cristo) de que toda vida tiene valor, y todo mal es destruible.

Abraham Paniagua

Es originario de República Dominicana. Licenciado en teología, y con una maestría del Southeastern Baptist Theological Seminary (SEBTS) donde actualmente cursa sus estudios doctorales. Esposo de Lía.

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