La batalla de la fe
Una vez al mes, los viernes por la noche, me reúno con los hombres de la iglesia en mi casa. Nos juntamos una docena o más para compartir y estudiar. Cuando empezamos este grupo, leímos uno de mis libros favoritos, Santidad, de J. C. Ryle. Sin embargo, una semana fatídica, llegué a casa y descubrí que uno de mis perros había devorado el libro. Ahora el perro tiene el apodo de “el Anticristo” o “la bestia de Satanás”, sobre todo por el capítulo que devoró se titulaba “La lucha”.
Es un nombre muy apropiado, no tanto por la pelea que se armó con mi perro, sino por el conflicto al que se enfrentan todos los cristianos. Ryle dice: “El cristianismo verdadero es una lucha”. Debe haber esfuerzo, abnegación y lucha, porque la batalla de la fe es una “necesidad absoluta”. El cristiano no puede quedarse quieto. La batalla de la fe es una “necesidad universal”. Jóvenes y viejos, ricos y pobres, creyentes maduros y nuevos creyentes: todos deben luchar. Es una “necesidad perpetua”. No hay vacaciones ni treguas en esta lucha.1
¿Contra quién es esta lucha? Contra los enemigos más peligrosos: el mundo, la carne y el diablo. Tanto para los pastores como para los feligreses, el cristianismo es una lucha. ¿Qué necesitamos para librar la buena batalla de la fe? El relato de la tentación de Lucas 4:1-13 nos ayuda a responder esa pregunta. Necesitamos el Espíritu Santo, la Palabra de Dios y el Salvador compasivo. Cada uno de estos elementos merece un artículo por sí solo. Para librar esta lucha es necesario observar las artimañas de Satanás contra los fieles.

Comprender las estrategias de Satanás
Al final de los cuarenta días de Jesús en el desierto, el diablo se le apareció y lo tentó. Fue el punto culminante de más de un mes de ataques. En este relato, es como si se nos hubiera revelado una parte del manual del diablo.2 A continuación, se presentan siete estrategias de Satanás extraídas de las tentaciones de Cristo.
#1. A Satanás le encanta tentar en la debilidad
A medida que continuaba el tiempo de Cristo en el desierto, descrito en Lucas 4:1-2, Él se debilitó. La vida en el desierto era muy dura y, además, Jesús llevaba más de un mes sin comer. Estaba físicamente agotado. Argumentar lo contrario plantea problemas para nuestra comprensión de la communicatio idiomatum. En Mateo 4:11, cuando terminaron las tentaciones, Jesús necesitó que los ángeles vinieran a ministrarle porque estaba débil. Fue en esa debilidad cuando Satanás se le apareció.
Debemos recordar que la tentación suele atacar cuando estamos cansados y hambrientos. Al diablo le encanta golpearnos cuando estamos física o emocionalmente débiles. Debemos estar atentos y no bajar la guardia solo porque estamos agotados. Ni siquiera en la debilidad estamos a salvo. Somos como animales heridos y el león rugiente está al acecho. Debemos permanecer despiertos. Como dijo William Gurnall: “El tiempo de sueño del santo es el tiempo de tentación de Satanás”.3 Debemos saber que cuando estamos débiles, al diablo le encanta tentarnos. Eso nos da motivos de sobra para estar atentos.

#2. A Satanás le encanta tentar con la necesidad
En Lucas 4:3, el diablo le dijo a Jesús: “Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Sabiendo que Jesús estaba hambriento, Satanás apeló a Sus necesidades físicas. En sí mismas, las necesidades físicas no son necesariamente malas. No estaba mal que Jesús comiera. Más tarde comería en abundancia. Esta tentación era para que Sus deseos físicos pasaran a ser lo más importante. Es como si Satanás le dijera: “Jesús, puedes chasquear los dedos y convertir las piedras en raviolis. Hazlo. Satisface tus deseos. Haz que tus necesidades sean lo más importante”.
Satanás juega el mismo juego con nosotros. Como dijo William Jenkyn: “Tenía una manzana para Eva, una uva para Noé, un cambio con ropa para Giezi y una bolsa para Judas”.4 Según Thomas Brooks, el método de Satanás en esta tentación se resume así: “Cualquiera que sea el pecado al que el corazón del hombre sea más propenso, el diablo lo ayudará a cometerlo”.5 Debemos recordar que Satanás desea “ponernos a prueba” (Lc 22:31). Él “presenta el cebo del pecado, pero oculta el anzuelo”.6 Por eso debemos entrenar nuestros deseos con la Palabra. Tanto los líderes como los miembros de la congregación deben someter sus deseos a las Escrituras para que estos sean moldeados por ellas.

#3. Al diablo le encanta tentar utilizando el mundo
Después de la primera tentación, Lucas 4:6 cuenta cómo el diablo llevó a Jesús a una montaña y le mostró todos los reinos del mundo y le dijo: “‘Todo este dominio y su gloria te daré’, le dijo el diablo; ‘pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy’”. Satanás tentó a Jesús con la vanidad del mundo. Él emplea las instituciones y energías al este del Edén, las cuales se oponen a Dios, para derribarnos.
Puede tentarnos con los placeres, las posiciones o las posesiones del mundo. Puede tentarnos con el odio o la felicidad del mundo. El mundo puede ser una espada en manos de Satanás para asustarnos y someternos. De manera más tortuosa, puede ser el dulce veneno que nos da para matarnos. Thomas Brooks vuelve a ser útil cuando dice: “Donde mil son destruidos por los ceños fruncidos del mundo, diez mil son destruidos por las sonrisas del mundo”.7 Como una sirena de la mitología griega, el mundo nos canta. Si lo escuchamos, nos hundirá. El mundo nos besará y luego nos traicionará. Y detrás del mundo está el diablo, moviendo los hilos como un titiritero para arruinarnos.

#4. A Satanás le encanta tentar con respecto a la adoración
¿Qué le dijo el diablo a Jesús que debía hacer si quería los reinos de este mundo y su gloria? En Lucas 4:7, Satanás le dijo a Jesús que se postrara y lo adorara. Tal propuesta suena absurda. Satanás dejó claras sus intenciones. Mostró lo que realmente quería: ser exaltado. Y ese es el modus operandi de Satanás. Adoración: servir a la criatura en lugar de servir al Creador. Esta tentación puede adoptar muchas formas. Incluye la adoración de estatuas, el estatus e incluso los deportes. Cualquier cosa puede convertirse en un ídolo.
Si eso no funciona, Satanás nos tentará para adorar a Dios de manera incorrecta. Su objetivo aquí es que lleguemos a la adoración de las criaturas por la puerta trasera. Descartamos lo que Dios dice en las Escrituras sobre cómo debemos adorarlo y lo sustituimos por lo que pensamos. La lectura de la Palabra, la predicación de la Palabra, el orar la Palabra, el cantar la Palabra y el ver la Palabra en los sacramentos son reemplazados por métodos creados por el hombre. Y luego, si esta estratagema falla, la estrategia favorita de Satanás es la distracción. Se propone desviar nuestra atención de Dios y dirigirla hacia nosotros mismos, nuestros problemas o nuestra lista de tareas pendientes para la semana. Incluso quien dirige la adoración o predica la Palabra es susceptible a esta táctica. Los domingos, la distracción durante la adoración es la forma más común que tiene Satanás de desviarnos del camino.

#5. A Satanás le encanta tentar tergiversando las Escrituras
Después de que fracasaran las dos primeras tentaciones, Satanás llevó a Jesús y lo puso en el pináculo del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, lánzate desde aquí” (Lc 4:9). Con audacia, incluso citó dos textos del Antiguo Testamento, refiriéndose a la protección de Dios al Mesías prometido. El diablo quería que Jesús pusiera a prueba a Su Padre y demostrara que era el Hijo de Dios mostrando la protección del Padre sobre Él.
Esta es exactamente la misma estrategia que utiliza con los cristianos. Tergiversa las Escrituras para desviarnos del camino. John Flavel dijo: “Sepan que el diablo es como un pirata astuto; muestra falsas banderas y normalmente se acerca al cristiano disfrazado de amigo”.8 A menudo lleva consigo una Biblia, pero regularmente tergiversa sus enseñanzas. Debemos sentarnos bajo la Palabra y someternos a ella. El que predica y enseña la Palabra de Dios haría bien en orar: “Señor, no permitas que pierda el beneficio de mi propio ministerio de la Palabra”.

# 6. A Satanás le encanta tentar para dudar de la bondad de Dios
En cada una de estas tres situaciones, el diablo tentaba sutilmente a Jesús para que cuestionara los propósitos del Padre. La identificación de Cristo como Hijo estaba ligada a Su misión en la cruz. El diablo quería que Jesús dudara de la bondad del Padre al llamarlo al camino del sufrimiento.
Esa sigue siendo una táctica que el diablo emplea hoy. Cuando sufrimos, la tentación de Satanás es hacernos dudar de la bondad de Dios. Debemos luchar por aferrarnos a la verdad inmutable de que Dios es bueno en todo momento, incluso, y especialmente, cuando no vemos Su bondad (Ro 8:28). ¿Cómo sabes que es bueno en todo momento? La evidencia de la benevolencia de Dios se ve en Cristo (Ro 8:38-39). Cuando Satanás llama a nuestra puerta, no debemos abrirle la puerta a la duda. Debemos recordar la bondad de Dios en Jesucristo, quien rescató nuestras almas para Dios, entregándose a Sí mismo como nuestro rescate (Mr 10:45).

#7. Satanás ama tentarnos para olvidar la cruz de Cristo
En Lucas 4, cada tentación era un intento de apartar los ojos de Cristo de la cruz. Satanás pondrá mil cosas ante nosotros para alejarnos del Gólgota. Todo, desde las dificultades hasta los momentos felices, se puede usar en nuestra contra. Brooks dice: “Nunca pierdas de tu mente los pensamientos de un Cristo crucificado. Que sean tu alimento y tu bebida… tu dulzura y tu consuelo… tu miel y tu deseo, tu lectura y tu meditación, tu vida, tu muerte y tu resurrección”.
El cristianismo es la pelea de la fe. Todos estamos en la batalla, luchando juntos, codo a codo. El camino a seguir es clamar por la ayuda del Espíritu, tomar la espada del Espíritu y reflexionar sobre las estrategias de Satanás. Sin embargo, lo hacemos con la mirada puesta en nuestro Capitán, que luchó por nosotros y ahora lucha con nosotros. La lucha de la fe es una lucha que el creyente ganará porque en Cristo somos más que vencedores. Es manteniendo la mirada fija en Cristo como se obtienen las victorias diarias. Es al ver a nuestro Salvador que nos sentimos más atraídos por Cristo que por el pecado.
Publicado originalmente en Gospel Reformation Network.
[1] J. C. Ryle, Santidad.
[2] Para un tratamiento más extenso de las artimañas del diablo, ver Thomas Brooks, Remedios preciosos contra las artimañas del Diablo; William Gurnall, El cristiano en la armadura completa; John Arrowsmith, Plans for Holy War [Planes para la guerra santa].
[3] William Gurnall, El cristiano en la armadura completa.
[4] Citado en Mark Jones, Knowing Sin [Conociendo el pecado].
[5] Thomas Brooks, Remedios preciosos contra las artimañas del Diablo.
[6] Thomas Brooks, Remedios preciosos contra las artimañas del Diablo.
[7] Simoen Ashe, citado en Ore From The Puritans’ Mine [Oro de las minas de los puritanos].
[8] John Flavel, Navigation Spiritualized [Navegación espirituaL] en The Works of John Flavel [Las obras de John Flavel] (The Banner of Truth Trust).