Aunque somos pastores que darán cuenta de cada alma a su cuidado (Heb. 13:17), todos aún tenemos esa tendencia de gravitar hacia los que amamos, con quienes más queremos estar; o aquellos más ruidosos, que llaman nuestra atención. A causa de esto, hay miembros de la iglesia que se deslizan entre las grietas. Al ver esto en los primeros años de mi ministerio, surgió un sistema que se volvió muy efectivo para cuidar de nuestros amigos y cortar con una negligencia que era innecesaria e involuntaria. Creé una guía de oración con cada miembro de la iglesia dividida en 28 días en orden alfabético. Esto es para representar los primeros 28 días de cada mes. En el día 1, oro por 5-6 personas o familias. Luego, trato de hacer algún tipo de contacto personal con ellas ese día (ya sea una visita en el hogar, un email, una carta escrita, una llamada, una nota en Facebook, o un mensaje de texto), para hacerles saber que oré por ellos ese día. Por último, pregunto en ese momento si hay algo que pueda hacer para servirlos. En aquellos casos en que no he visto recientemente a la persona o familia, llamo o voy a verlos para saber cómo están en general. Repito el mismo proceso para el día 2, luego el 3… hasta llegar al día 28. Si soy fiel y consistente en este proceso (lo cual no hago a la perfección) he orado y tenido contacto con todos aquellos que confían en mi cuidado en un mes. En los días extras del mes, hago lo mismo con nuestros misioneros y otros que hemos enviado al ministerio desde nuestra iglesia. Este se ha convertido en un sistema tan fructífero para mantenerse al día con todos nuestros amigos que lo llevé a nuestros otros pastores-ancianos y ellos comenzaron a hacerlo también. Se convirtió en un sistema tan fructífero para nosotros como pastores que nos animamos a hacer una lista para nuestros miembros, alentándolos a orar los unos por los otros de la misma forma que adoptamos nosotros. Muchos de los miembros tomaron el modelo de los pastores de contactar a los demás el día que tocó orar por ellos. Fue maravilloso el fruto que han dado muchos de nuestra congregación que se tomaron en serio esta tarea de orar los unos por los otros. En un retiro previo de mujeres, una de nuestras queridas damas en la iglesia dirigió a las mujeres a un proyecto en donde tomó ese gráfico y lo transfirió a fichas que podían usarse como calendario rotativo. Cada mañana podías dar la vuelta esa ficha y podías ver quién seguía en la lista de oración ese día. Desde que pusimos esto en la mesa de casa, cada uno de nuestros niños hacen un esfuerzo positivo para orar por aquellos que están anotados ese día. También pelean por quién “da vuelta la ficha”. Estoy muy agradecido —y fui animado— por la responsabilidad que tomó nuestra iglesia de orar unos por otros una vez que les dimos un camino deliberado para realizarlo. Más allá de los beneficios que se obtuvieron de esta guía de oración, hace poco se creó un sistema de rendición de cuentas de mí mismo y del resto de los pastores para asegurarnos que no estamos siendo negligentes o que sin intención dejamos alguna oveja detrás. En otra publicación, explicaré como este sistema de pastoreo puede llevarse a cabo en una iglesia más grande.