Leer a Charles H. Spurgeon es siempre una ventana a una de las evidencias del poder de Dios obrando por medio de la predicación en un periodo importante de la iglesia, pero también, es sentarse a los pies de un hombre cuyas palabras siguen siendo tan directas como relevantes en el día de hoy. En el libro, El Ganador de Almas, el predicador inglés desarrolla a lo largo de 15 capítulos, el carácter, llamado, métodos y formas de la desafiante labor de traer a otros a los pies de Cristo. El libro apunta hacia varios frentes, pero al tratarse de instrucciones impartidas para hombres que se preparaban para el ministerio, la dinámica es inminentemente práctica e imperativa. Es precisamente esa forma en la que el libro se desarrolla lo que permite apreciar tan de cerca lo que el autor quiere comunicar. Tal como lo mencioné arriba, es como sentarte en la primera fila a escuchar a un hombre parado en frente hablando con toda autoridad de lo que se ha tratado toda su vida y ministerio. El contenido del libro podría agruparse en al menos tres grandes categorías. La primera se relaciona con Dios y el llamado de ganar almas, otra tiene que ver con Dios y el carácter del hombre que es llamado y finalmente, otra tiene que ver con los que son llamados. Es siguiendo ese esquema que quiero destacar los puntos más importantes y que de manera personal han resultado de instrucción, exhortación y edificación en la experiencia de lectura.
Al respecto de Dios y el llamado de ganar almas
Este es un libro impregnado de la doctrina de la soberanía de Dios. Una y otra vez, el lector se encontrará con la realidad de que toda la salvación descansa solamente en el Señor. De hecho, aunque gran parte de su contenido se trata de las responsabilidades del ganador de almas, nuestras miradas son dirigidas continuamente al cielo y al descanso en la obra de un Dios soberano. Por otro lado, al respecto de Dios y su llamado, hay un énfasis marcado en la relación del ganador de almas con Dios. Ciertamente, no se trata de un oficio profesional sino algo en lo que trabajamos como colaboradores. Involucra por tanto, un llamado a la santidad, humildad, fe, fervor, sencillez y a la certeza de la redención; esta última es precisamente la base sobre la que descansa la obra de Dios en el ganador de almas, en palabras de Spurgeon, el pez se convierte en pescador[1]. El Señor salva a unos para salvar por medio de ellos a otros, nos ha ganado para ser ganadores de alma.
Al respecto del carácter del hombre llamado a ganar almas
La mayor parte del libro gira alrededor de este asunto en especial, de hecho, más de la mitad de los capítulos están relacionados con las cualidades y aptitudes del hombre dedicado a ganar almas. Una de las cosas destacables es el marcado énfasis en el trabajo del ganador de almas como predicador. El libro podría ser perfectamente un curso intensivo de homilética y compromiso con la predicación. El lenguaje directo del autor permite que continuamente el lector se vea retratado y no solo eso, sino también desafiado y confrontado acerca de las formas en las que la Escritura es comunicada y puesto que los pecadores solo vienen por el oír, y oír la Palabra de Dios, no es extraño que las instrucciones contenidas aquí redunden en este respecto. Hay que proclamar verdades que los puedan convertir. Hay que exponerlas de manera tal que sean susceptibles de ser bendecidas para la conversión de nuestros oyentes[2]. Ganar almas es algo que depende de Dios, pero llega a ser posible por una comunicación eficaz, lo cual involucra una predicación interesante, impresionante, pertinente, impregnada de cristo, fervorosa y sobre todo, que dependa de Dios en oración. Lograr ese equilibro es el desafío en el rostro del ganador de almas. Pero no solo se trata de las formas y la comunicación, sino de la vida y este es quizás uno de los aspectos mas confrontadores en toda la lectura. Tener que poner frente a nosotros mismo los motivos, impulsos y deseos y darnos cuenta que muchas veces lo que nos mueve no es ver la obra de Dios avanzar sino exhibir nuestro propio nombre y agenda. El ganador de almas debe ser alguien con un carácter comprometido en la labor, cuna vida que es consecuente con lo que se anuncia. En palabras del autor: Creo que lo mas condenable que puede hacer un hombre es predicar el evangelio como un simple actor, y convertir el culto a Dios en una especie de función teatral. Tal farsa es más digna del diablo que de Dios[3]. El autor apela a la abnegación, sinceridad, fervor, santidad, seriedad y delicadeza como una prerrogativa para el ganador de almas. No importa cuan grandiosa sea nuestra comunicación, si no hay una vida y un carácter que lo respalde, no es más que mera palabrería.
Al respecto de los que son llamados
El libro es también acerca de aquellos a los que nos dirigimos, especialmente el entendimiento de su real condición y algunos de los obstáculos que impiden que ellos puedan venir a Cristo, lo cual, representa una oportunidad, debemos estar en la capacidad de identificarlos para poder responder a ellos con pertinencia. Finalmente, es entendible que al tratarse de un compendio de instrucciones, el libro esté más respaldado por la experiencia del autor que por el desarrollo del llamado a ganar almas en el marco de una teología consistente entendiendo que la Palabra de Dios es un ancla mucho más segura que las experiencias del mejor de los predicadores. Con todo y eso, este libro es una fogata en la que podemos calentar nuestros fríos corazones. Tal vez necesitemos más de esta dosis de experiencia personal que de la fría intelectualidad que en ocasiones nos paraliza en nuestro egoísmo, en lugar de derramarnos en servicio y sacrificio por ganar a otros.
[1] Spurgeon, Charles H, El Ganador de Almas, trad. José María Blanch (Edimburgo: Banner of Truth Trust 2013), 242. [2] Spurgeon, Charles H, El Ganador de Almas, trad. José María Blanch (Edimburgo: Banner of Truth Trust 2013), 83. [3] Spurgeon, Charles H, El Ganador de Almas, trad. José María Blanch (Edimburgo: Banner of Truth Trust 2013), 67.