La Iglesia, según la teología social de Calvino, debería involucrarse ella misma en el cuidado de los pobres, de los huérfanos y de las viudas – en fin, de los necesitados. Y esto sin hacer distinción entre los de la iglesia y los de fuera. Es decir, para Calvino, la asistencia social de la Iglesia debía contemplar incluso a los extranjeros y refugiados que llegaban a Ginebra. La enseñanza de Calvino sobre este punto es amplia. Él trata del uso y disfrute de los bienes materiales, y se dedica especialmente a exponer la enseñanza bíblica sobre el pobre y el rico, y sobre la práctica de las limosnas. El órgano encargado del ministerio social de la Iglesia, dice Calvino, es el diaconado. Fue Calvino el primero en rescatar esta función bíblica del oficio diaconal. Él enseñó que los diáconos eran ministros eclesiásticos, encargados de toda la asistencia social de la Iglesia (Hechos 6:1-7), y como tal, deberían ser elegidos conforme a las reglas establecidas por Pablo en 1 Timoteo 3:8-13. Hasta hoy en algunas iglesias Reformadas la administración financiera de la Iglesia y el uso de los recursos para la asistencia a los pobres y necesitados es la asignación de la junta diaconal. Pastores y diáconos en la iglesia local El diaconato, como brazo del ministerio social de la Iglesia, se desarrolla en tres acciones básicas, según Calvino:
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Administración de los bienes destinados a la comunidad.
La iglesia recibía recursos para la asistencia social de dos fuentes: la generosidad de los fieles en las colectas levantadas para este fin los domingos, y el tesoro del Estado a través del Concejo de Ginebra, que votaba fondos para este fin. Estos recursos eran recibidos y administrados por los diáconos.
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Distribución de forma justa e igual entre los necesitados.
Los diáconos cuidaban que todos los genuinamente carentes tuvieran igual participación en los bienes destinados a los pobres. En un ambiente marcado por la opresión social y las desigualdades, los diáconos ciertamente tenían mucho trabajo por hacer, y necesitaban mucha sabiduría para hacerlo.
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Visitación y cuidado de los enfermos.
Las guerras, la falta de saneamiento público, las epidemias, la falta de asistencia médica del Estado y la pobreza dejaban un saldo enorme de personas enfermas. El ministerio de los diáconos incluía el cuidado para con estas personas, utilizándose, cuando era necesario, de los recursos de la Iglesia.
Conclusión
Es necesario observar que en el pensamiento de Calvino el ministerio social de la Iglesia era de apoyo al Estado. Correspondía al gobierno civil cuidar a los pobres, enfermos y necesitados. Pero como se trataba de una tarea de enormes proporciones, la Iglesia venía como apoyo y auxilio, dándole la misma asistencia social donde era necesario.