Esta es la segunda y última entrega de esta serie de artículos titulada «¿Qué necesitas para aconsejar?». El primer artículo lo puedes encontrar aquí. En la primera parte de ¿Qué necesitas saber para aconsejar?, meditábamos sobre quién es la fuente de nuestra sabiduría. Todos sabemos en quién debemos confiar y de dónde proviene la fuente de nuestra sabiduría, pero podemos caer fácilmente en algunas trampas con las que luchamos y de las que nos debemos cuidar:
Trampa #1: Ser sabios a nuestros propios ojos
No fuimos creados para ser sabios, desconectados y separados de Dios. Sin embargo, ¡todavía lo intentamos! Creemos que podemos gobernar nuestro propio mundo, creemos que somos soberanos. Como humanos, intentamos todo lo posible para obtener sabiduría fuera de Dios: el último libro de autoayuda, reglas legalistas, programas extravagantes, programas televisivos, entrenadores de vida, foros de Internet, Google, etc., la lista es infinita. Pasé un tiempo con alguien el otro día y al decirme que estaba enfermo, le dije: «No te estás atendiendo con el Dr. Google, ¿o sí?». Resulta que no solo estaba buscando atención en Google, sino que realmente ignoraba el consejo de su médico a favor de su propia solución de Internet. Ahora bien, no estoy diciendo que estas cosas no tengan algo útil para nosotros, pero en sí mismas no nos hacen expertos o sabios. Cuando se trata de convivir con las personas, tenemos que ayudarlos a reconocer las maneras en que son sabios a sus propios ojos, y cuando son necios debido a su pecado, y apuntarlos a Jesús en arrepentimiento y oración.
Trampa #2: Reemplazar a Dios con ídolos
“Cuando la consejería olvida los ídolos del corazón y se centra únicamente en los problemas, necesidades y dificultades horizontales humanos, entonces la consejería en sí misma se convierte en parte del problema, no como parte de la solución”.1 Somos idólatras, continuamente persiguiendo, sirviendo o siendo gobernados por reemplazos de dioses inferiores, que pueden tener consecuencias eternas. Nos engañamos a nosotros mismos porque creemos que nuestros ídolos falsos satisfarán, pero nunca podrán. De hecho, creo que nos dejan con ganas de más y la satisfacción que recibimos nunca dura. “Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:3-4). ¿Eres este tipo de persona, comprando la falsedad de los ídolos en lugar de Dios? ¿Qué es más importante para ti que Dios? ¿Qué amas demasiado como para arrepentirte?
Trampa #3: Buscar un programa legalista y no vivir por fe
“El legalismo, al rechazar la gracia, erige el segundo mejor estándar humano que puedo mantener”.2 Algunas veces nuestras soluciones son simplemente inútiles. No son solo nuestro pecado y adversidades los que causan problemas, pero a veces lo que hacemos al respecto también puede ser un problema para nosotros. Estoy pensando particularmente en el hábito que tenemos de crear un conjunto de reglas para ayudarnos a lidiar con el problema, cambiando la idolatría por el legalismo. Intentamos cerrar la brecha con un conjunto de reglas en lugar de buscar un verdadero cambio de corazón. Ahora escúchame bien, no estoy diciendo que algunos buenos hábitos útiles no puedan ser parte de la solución, pero simplemente no es la respuesta completa. Entonces, por ejemplo, si su tiempo tranquilo es desagradable y sientes que tu relación con Dios es distante, entonces la autodisciplina de leer tu Biblia diariamente ayudará a crear un hábito útil, pero no va a resolver y restaurar tu relación con el Señor si solo estás tachando una tarea. Necesitas leer y aplicar la Palabra a tu vida.
Trampa #4: No llegar al corazón del asunto
“Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?» (Jeremías 17: 9). “La necedad vive en nuestro comportamiento porque primero vive en nuestros corazones”.3 El corazón es el problema. Necesitamos llegar al meollo del asunto y lo hacemos a través de la enseñanza constante de la Palabra de Dios y de quién es Jesús. El principal ministerio de Jesús con sus discípulos fue enseñarles acerca de Sí mismo. Él les enseñó la Palabra. Él les enseñó sobre el Reino de Dios y cómo luce. Les enseñó sobre quién era y por qué había venido. Les dio a Sus discípulos cosas difíciles de razonar; achicharró sus cerebros. Pero no les evitó las cosas duras o difíciles de soportar. Él amaba lo suficiente como para hacer las preguntas difíciles, dolorosas y desafiantes que llegaron al corazón de lo que realmente estaba pasando. Necesitamos seguir Su ejemplo.
Trampa #5: No someternos y confiar en el Señor
Creo que los GPS (sistema satelital de navegación) son una gran invención y me enseñaron una lección muy simple pero efectiva sobre la sumisión y la confianza. Después de conectar la dirección y el GPS calcula la ruta, Sally GPS (así es como yo llamo el mío) comienza a decirte a dónde ir. Ahora, si quieres llegar a tu destino, todo lo que tienes que hacer es seguir las instrucciones y confiar en que el mapa de la computadora es el correcto, y eventualmente escucharás “ha llegado a su destino”. Los problemas ocurren cuando creo que sé mejor o no confío en la computadora: siempre termino perdida y alejada de mi camino. Eventualmente terminaré tragándome mi orgullo, admitiendo que no sé dónde estoy y haciendo lo que Sally GPS me ha estado diciendo. Cuando hago esto, llego a mi destino. Es casi lo mismo con la vida: cuando pensamos que sabemos mejor y no confiamos en Dios y Su Palabra, terminamos perdidos y a millas de distancia de donde deberíamos estar. Necesitamos recordar que Él sabe todo y sabe mejor. Necesitamos confiar en Él y obedecerlo, si queremos alcanzar nuestro destino eterno. “La clave de la sabiduría es no saber todo lo que Dios sabe, o memorizar toda la Biblia, o dominar la teología, o adivinar la voluntad secreta de Dios para poder descifrarlo y saber qué va a hacer a continuación. La clave de la sabiduría es, más bien, una dependencia activa, práctica y funcional de Cristo. Las personas sabias confían en Cristo en todo lo que hacen: el trabajo, el matrimonio y la comprensión de su propia identidad”.4 No podemos entender la vida sin Cristo, así de simple. Sin embargo, por alguna estúpida, pecaminosa e inútil razón, todos intentamos mirar las luchas de la vida a través de cualquier cosa que no sea el lente de Cristo. Entonces nos preguntamos por qué tenemos una visión distorsionada de lo que está sucediendo. Necesitamos la sabiduría de Dios; sin ella, somos y siempre seguiremos siendo necios, tenemos que someternos a eso.
Trampa #6: Ignorar con quién hablamos y sus consejos sabios
Soy una persona bastante privada; No confío ni comparto mis asuntos privados a cualquiera. No todos son dignos de confianza, no todos son útiles y no todos dan buenos consejos sólidos. Hay personas, incluso cristianos, que chismean, te dicen lo que quieres escuchar y brindan consejos completamente inútiles y no bíblicos. El problema es que no caminan con un cartel que diga ‘Amigo falso’. Entonces, ¿cómo detectas que alguien te dará consejos sabios? “Una buena definición de sabiduría piadosa… sería: oír y ser hacedor de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es una prescripción divina de cómo ser finalmente curado de toda infelicidad. La sabiduría es el conocimiento práctico de cómo alcanzar esa felicidad. Por lo tanto, la sabiduría es oír y ser hacedor de la Palabra de Dios. Pero las únicas personas que harán esto son las personas que confían humildemente en Dios para obtener ayuda y que temen buscar la felicidad en cualquier lugar que no sea en Él. Por lo tanto, el temor del Señor es el comienzo y la primavera de toda la verdadera sabiduría”.5 Lo que deberíamos buscar son personas que:
- Confíen en la Palabra de Dios: un consejero sabio será alguien que no solo escucha esa Palabra, sino que también la aplica a su vida. Serán fieles a Su Palabra, no la retorcerán, desviarán o dejarán de lado las cosas que no les gustan o les parecen difíciles.
- Temen al Señor: el temor al Señor es como mantener siempre en tu mente lo que realmente significa vivir sin Dios y enfrentar la eternidad sin Él (la realidad, no la mentira que nos decimos a nosotros mismos). Serían el tipo de cristiano que encontraría su refugio, alegría y esperanza solo en Dios. Mantienen sus mentes fijadas en Él.
- Tienen humildad: la persona humilde reconoce su necesidad y depende de Dios para todo. La persona humilde es enseñable, abierta a cambiar, escuchará y responderá a sabios consejos, y crecerá. Saben que no son la respuesta, pero sí lo es Cristo, y siempre lo señalan, no solo en sus palabras, sino también por sus acciones.
- Obedecen: la persona obediente no solo escucha la Palabra de Dios, sino que la obedece.
- Se someten y confían: saben quién está a cargo y confían en Él sin importar las circunstancias, confiando completamente en Él para todo.
- Oran: orarán por la sabiduría para ver la vida con la perspectiva correcta. Orarán para someterse, aferrarse a Dios, amarán y confiarán en Él. Sabes que te llevarán a ti y a tus luchas al Señor.
¿Qué necesita una persona que lucha? Ellos necesitan a Cristo; no tenemos nada que traer a la mesa sino a Él. Ellos necesitan a Cristo porque Él sabe y entiende todo. Él es la misma definición de sabiduría. Necesitan su perdón, liberación, restauración, poder, reconciliación y gracia. A veces las palabras que tenemos parecen insignificantes en comparación con la profundidad del dolor que escuchamos cuando la gente habla. Creemos que no hay nada que pueda quitar el dolor y podemos dudar fácilmente de la suficiencia de Cristo en estos momentos. Pero la gracia de Cristo sanará, consolará, fortalecerá, liberará, restaurará, reconciliará y capacitará a alguien para perseverar hasta el fin. Lo más sabio que podemos hacer es apuntarlos a su Salvador. Un recurso para ampliar en este tema: Paul David Tripp, Instrumentos en manos del Redentor (Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2012). Artículo original de 20Schemes | Traducido por María Andreina