El ministerio es difícil, suelen decir los mayores y la verdad es que no importa cuán joven seas, tarde o temprano descubrirás que tienen razón. Pero yo puedo agregar, el ministerio es difícil y también peligroso para aquellos que aún no tenemos el peso suficiente de los años, la madurez que produce el tiempo y la experiencia.  Fui puesto en el ministerio más prematuramente de lo que se debe, por aquello de la necesidad imperante, después de todo, la mies siempre ha sido mucha y los obreros pocos. Era el prospecto ideal de un pastor que renunciaría el primer año o que por lo menos haría evidente su inmadurez pero la gracia de Dios ha sido tan grande con aquellos bajo mi cuidado y también conmigo, que me ha guardado y hasta aquí me ha ayudado.  Hoy se cumplen exactamente diez años desde que fui ordenado como pastor,  miro hacia atrás con gozo y con gratitud, aunque soy consciente que diez años no son la gran cosa hablando del servicio al Señor, puedo dar gracias a Dios por ayudar a este impetuoso joven a permanecer con los guantes puestos y con la voluntad resuelta; quiero por eso compartir 8 cosas que diría a mi yo más joven en su primer día como pastor. 

  1. Cuida de tu esposa y tus hijos 

El ministerio puede convertirse para un pastor joven en un reto y nuestra tendencia es demostrar que somos capaces, que podemos hacerlo, que no nos va a quedar grande y es en ese afán que podemos descuidar el ministerio más importante. Cuando fui ordenado tenía 56  días de casado y solo una semana de enterarme que sería padre, eso sí que era un desafío. Dios cuidó mi matrimonio pero no por mi diligencia sino por su misericordia. Me tomó tiempo entender que no tenía que demostrar nada a nadie; que la iglesia podía tener a otro pastor, pero mi esposa no podía tener a otro esposo ni mis hijos a otro padre. Invertía horas y horas en visitar y estudiar y solo pensaba que ella en silencio me apoyaba cuando en realidad sufría sin saber cómo decirlo. 

  1. Habla menos y escucha más 

Soy alguien que disfruta hablar, creo que a veces lo hago mas de la cuenta, pero si hay algo que necesitamos siendo jóvenes y especialmente pastores, es escuchar. Siempre pensamos que nuestras ideas de cómo deben hacerse la cosas tienen que ser escuchadas, queremos plantear nuevas teorías y formas, desafiar lo que ya funciona y eso nos lleva a errar. Tenemos gente que nos lleva ventaja en el ministerio, que han acertado más que nosotros pero que también se han equivocado más que nosotros y no solo a otros pastores necesariamente, sino a toda persona que pueda aportar valor con su experiencia a la nuestra. El liderazgo de Moisés fue salvado por la experiencia de un anciano que no pertenecía al Pueblo (Ex 18), pero con los años y la experiencia suficiente para saber qué hacer en momentos de crisis. En palabras de Santiago, sé pronto para oír y tardo para hablar (Stg 1:19). 

  1. Desarrolla convicciones fuertes

Uno de los peligros del liderazgo joven y del liderazgo en general, es lo que tiene que ver con las convicciones. Pronto nos vemos tentados a cambiar de una posición a otra y saltar de doctrina en doctrina. Si te pasa como a mi, yo no inicié el ministerio con convicciones reformadas (o como prefieras llamarlas), las encontré en el camino. Fue un choque casi traumático, como cuando frenas a un carro que va a toda velocidad y pierde el rumbo yendo a cualquier parte, tal era mi situación. La Palabra de Dios debe ser nuestra ancla, debemos crear convicciones profundas, no solo por el bien de nuestra alma sino de también de aquellos que están bajo nuestro cuidado. No queremos ser los capitanes de un barco que va de lado a lado. En palabras de Pablo a Timoteo: «Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido.» ( 2 Tim 3:14). 

  1. Rodéate de personas sabias 

El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado. (Pr 13:20). El ministerio puede ser solitario a veces y en un joven eso es peligroso. Necesitamos desarrollar amistades significativas, rodearnos de personas que puedan ayudarnos a caminar, a ver los huecos en el camino y hasta ayudarnos a cruzar. Debemos tener una actitud enseñable y una disposición abierta. Si, yo sé que en esta era de la tecnología podemos ser tan autodidactas como se puede, pero es más seguro si caminamos al lado de personas que ya han hecho ese recorrido. 

  1. No descuides la devoción por estudiar mucho

No hay un conflicto entre nuestra preparación y nuestra devoción. En nuestro deseo de ser competitivos queremos desarrollar aquellos aspectos visibles de nuestro ministerio, queremos ser mejores oradores y tener mejor dominio de las Escrituras y eso es maravilloso, pero nada de eso puede sostenerse si descuídamos aquellas cosas que nadie ve, la oración y la devoción personal. Nuestra meta no es ser sólo buenos expositores sino convertirnos en hombres de Dios integrales, que cuidan su ministerio público, pero también su vida privada. 

  1. Guarda tu espalda

“A las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.” (1 Tim 5:2).  La tentaciones son una realidad para todos, pero hay un cuidado especial que deben tener los pastores y sobre todo los jóvenes. Tenemos una mayor exposición a la internet y otras herramientas que si bien son una bendición también son una ventana para que entre la inmoralidad y el pecado sexual.  También debemos cuidar nuestro trato con las mujeres de la congregación o fuera de ella, podemos incluso sin proponérnoslo despertar sentimientos inapropiados si nuestro trato no es prudente y cuidadoso. No necesitamos ser amargados, pero si debemos buscar piedad en nuestro trato. 

  1. No te acomplejes por la juventud 

«Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.» (1 Tim 4:12) Una de mis mayores luchas como pastor joven ha sido esforzarme por no parecerlo. En algún momento hasta me dejaba la barba para aparentar mas edad y poder tener un poco más de credibilidad, lo confieso ruborizado. Pero he encontrado que mi credibilidad no proviene de mi edad sino de cuán fiel sea a la Palabra de Dios. Es cierto que en nuestra cultura las personas tienden a esperar a un pastor de caminar lento, pantalón de tela y cabello gris, pero no debemos desarrollar nuestro ministerio bajo la sombra del estereotipo sino motivados por ser un ejemplo de fe, conducta, amor y pureza. 

  1. Sirve a tu iglesia local

Finalmente, y no por eso menos importante, ama, cuida y sirve a la iglesia en la que Dios te ha puesto. Cuando somos jóvenes nos vemos deseosos de resultados, queremos verlos rápido y en la impaciencia idealizamos la iglesia y podemos ver otras más grandes y prósperas como el lugar donde quisiéramos estar, menospreciando aquella manada pequeña que Dios ha puesto a nuestro cuidado. Una de las cosas que debemos evitar es tratar de estar más arriba de lo que la congregación necesita. Somos los pastores de una iglesia en particular con unas necesidades particulares y debemos estar a la altura de dichas necesidades.  Doy gracias al Señor que me ha ayudado hasta aquí y es mi oración qué también te ayude y te sostenga a ti. Cuando miro atrás no veo otra cosa sino su manos sosteniendo mis pasos y su ayuda incluso en mi debilidad. No he llegado al fin de mi carrera, todavía creo que apenas estoy comenzando pero confío que esa misma gracia seguirá siendo mi sustento.  También doy gracias por mi amada iglesia. Ellos han hecho que este trabajo sea menos difícil de lo que debería. Ellos me han soportado y han sido más pacientes y tolerantes de lo que se esperaría. Todavía hoy la mayoría de la iglesia sigue siendo mayor que yo en edad, pero es tan amorosa y respetuosa que a veces siento que mi cabello es gris. ¡Ebenezer Ebenezer!  ¡Soli Deo Gloria! Publicado originalmente en: http://elevangelioynadamas.com/  (8 cosas que he aprendido como pastor joven)

Jacobis Aldana

Jacobis Aldana es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011 y actualmente es pastor principal de Iglesia Bíblica Soberana Gracia en Santa Marta, Colombia, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.

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