Si el Señor lo permite, el último fin de semana de octubre de este año (concrétamente los días 28 y 29 de ese mes) se celebrará en Madrid, España, la primera conferencia Pasión por el Evangelio, con el pastor Sugel Michelén (de la República Dominicana) como el principal conferenciante y predicador. Esta conferencia es fruto de una serie de contactos y reuniones que ha dado a luz un movimiento cuyo epicentro es una pasión compartida por el verdadero evangelio de Dios, de la Biblia y del Señor Jesucristo. Pero ¿por qué apasionarnos por el evangelio? Aquí van siete razones (seguramente hay muchas más):
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Porque debe ser nuestra mayor pasión
Todos tenemos pasiones. Para muchos, su gran pasión es su deporte favorito, sea que lo practiquen o que se limiten a seguirlo como espectadores. Para otros, es la música, tal vez algún género en particular. Para otros, es el cine, ¡y parecen enciclopedias andantes sobre el tema! O puede ser la buena comida, su preparación o su consumición (¡o las dos cosas!). El caso es que todos tenemos algo, o alguien, que nos apasiona, que no nos deja indiferentes, que nos atrae mucho, que hace subir a la superficie de nuestro yo esa pasión normalmente escondida y que revela una sorprendente elocuencia cuando hablamos de nuestro tema. Entonces, si cosas tan relativamente normales y cotidianas, aficiones tan poco trascendentales, nos pueden apasionar así, ¿acaso no nos debería apasionar mucho más el mensaje del evangelio de Jesús? ¿Se puede comparar esa otra pasión que tienes con él? Si lo último sobre tu particular pasión es capaz de moverte tanto, de convertir tus ojos en platillos, de soltar tu lengua, de producir un ‘¡guau!’ o incluso un ‘¡aleluya!’, ¡¿te puedes quedar quieto y mudo ante la maravilla del evangelio?!
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Porque se trata de nuestra salvación
Cuando hablamos del evangelio, ¡estamos hablando de nuestra salvación, ni más ni menos! (Si somos creyentes de verdad, claro.) Si eres creyente, ¿qué es lo mejor que te ha pasado? Pues, tu salvación, ¿verdad? Sí, han habido otras experiencias increíbles: el haber conocido y el haberte casado con esa persona tan especial que tienes a tu lado; o el haber aprobado aquel examen tan importante; o el haber conseguido ese trabajo, cuando parecía que todo estaba en contra; o, para algunos, el haber sido salvados – literalmente – de alguna enfermedad o de algún accidente que amenazaba con acortar su vida. Pero el mensaje del evangelio ha sido, sin duda, lo mejor que nos ha pasado, por razones bastante evidentes: por lo desesperada de nuestra situación antes de conocer el evangelio; por todo lo que Jesús mismo hizo y sufrió para salvarnos; por cómo el Señor nos buscó, puso y usó todos los medios que nos llevaron a la salvación y por cómo nos resucitó de la muerte espiritual; y por todas las incontables bendiciones que hemos recibido de él desde entonces; etc. Si somos creyentes, el evangelio, para nosotros, no es una simple afición, hobby o pasatiempo; ¡ha sido nuestra salvación y es nuestra vida!
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Porque no hay nada más importante
¿Acaso existe algo más importante que el evangelio? Pues, sí: ¡Dios mismo! Es verdad; si queremos ser teológicamente correctos, debemos decir que Dios es el más importante y lo más importante. Pero, ¿qué es el evangelio? Es el mensaje que más claramente revela quién es Dios y cómo es. ¿Qué dice Pablo en Romanos 1:17?: «En el evangelio la justicia de Dios se revela…» – el gran descubrimiento de aquel monje agustino Martín Lutero hace casi quinientos años. Pero el evangelio revela no solo la justicia de Dios, sino todos sus atributos (sus características esenciales). De hecho, la Cruz de Cristo, más que cualquier otro lugar, es el lugar de encuentro de todos esos atributos divinos. Entonces, el evangelio es lo más importante que hay por dos razones: (1) porque contiene la manifestación más clara del ser de Dios; y (2) porque es el criterio según el cual se va a determinar nuestro destino eterno: o la bienaventuranza sin fin de la presencia del Señor, o el tormento sin fin de quedar excluidos de esa presencia Suya.
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Porque es la mejor noticia de todas
A fin de cuentas, como siempre nos están recordando nuestros fieles predicadores, la palabra ‘evangelio’ significa precisamente ‘buena noticia’. Si las otras buenas noticias de la vida: un embarazo, un nacimiento, un percance superado, un examen aprobado, un primer trabajo o un mejor trabajo, un compromiso de novios anunciado, una boda, etc. – si todas esas buenas noticias producen en nosotros reacciones alegres, apasionadas y de celebración, ¡cuánto más la mejor noticia de todas! Si somos salvos, si hemos entendido el maravilloso mensaje del evangelio, debemos apasionarnos por el evangelio. En un mundo de más malas noticias que buenas (eso parece) y en un mundo de noticias buenas tan poco importantes pero tan exageradamente celebradas, ¡nosotros (los creyentes) somos los que realmente tenemos algo digno de celebrar!
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Porque es la esperanza del mundo
Nuestro mundo necesita algo en qué esperar, y el evangelio es la esperanza del mundo. En un año en que hemos sido testigos de más atentados terroristas (y no olvidemos el sufrimiento diario en países como Siria, Iraq, los países del subcontinente indio, etc.), guerras que siguen, el fallido golpe de estado en Turquía, una fuerte crisis política en el Reino Unido, muchos meses sin gobierno estable en España, la situación en Estados Unidos ante las próximas elecciones presidenciales, etc., necesitamos tener muy claro, sin quitar nada de nuestra responsabilidad como ciudadanos, que la única esperanza verdadera para nuestro mundo caído, inestable y desesperanzado es el evangelio. A algunos de nosotros nos apasiona la política, pero como creyentes sabemos que no debemos confiar ni en príncipes ni en políticos – aun los mejores de ellos no van a salvar al mundo ni a sus propios países – sino solo en el Dios del evangelio. ¿Por qué (a algunos de nosotros) nos apasiona tanto la política y tan poco el evangelio, que es la solución definitiva de Dios para el verdadero problema del hombre?
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Porque se trata de Jesús
¡Jesús es el evangelio! ¡Él es la buena noticia! ¡Él es el tema, el contenido, el centro y la encarnación del mensaje de Dios a nosotros y al mundo! Esta sería una razón de sobra para apasionarnos por el evangelio: apasionarse por el evangelio es apasionarse por Jesús. Es por eso que esa pasión por el evangelio no es una manifestación más sutil de idolatría. La esencia de la idolatría es poner cualquier cosa o a cualquier persona al mismo nivel que Dios o incluso por encima de él. Pero no estamos haciendo eso con nuestra pasión por el evangelio. No, estamos exaltando al Padre que lo diseñó, al Hijo que lo constituye y al Espíritu que lo aplica. ¡Es una pasión trinitaria! Pero, dicho eso, y sin quitar nada ni del Padre ni del Espíritu Santo, el evangelio es una persona y esa persona se llama Jesús. En el centro de nuestra pasión no hay una cosa, sino una persona. Sí, a veces lo olvidamos, lo perdemos de vista. Pero la persona y la obra del Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, es – debería ser – lo que nos apasiona por el evangelio.
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Porque le da gloria al Señor
Creemos que esta pasión por el evangelio le agrada a Dios y le da gloria. ¿Qué es la gloria de Dios? ¿En qué consiste? Es la manifestación de quién es Él y de cómo es, a través de todos sus maravillosos atributos o perfecciones, y la respuesta nuestra y de toda la creación a ello, en asombro, en amor y en adoración. Y si, como hemos visto, el evangelio – y de forma especial la Cruz de Cristo – revela a Dios en todo su ser, apasionarse por el evangelio es apasionarse por Dios mismo. Pero esto requiere cinco cosas:
- Que conozcamos y entendamos el verdadero evangelio.
- Que nos apropiemos del evangelio, haciéndolo nuestro por medio del arrepentimiento y de la confianza en Jesús como nuestro Salvador.
- Que estemos enamorados del evangelio y del Cristo del evangelio y del Dios del evangelio.
- Que vivamos el evangelio, dejándonos llevar por él en todas las áreas de nuestras vidas.
- Que anunciemos el evangelio, dándolo a conocer a todas las personas, a no creyentes y a creyentes (porque no hay nadie que no necesite oír el evangelio).
Conclusión
Tanto el movimiento Pasión por el Evangelio como la conferencia del mismo nombre pretenden facilitar esas cinco cosas; ser un movimiento humilde, pero fiel al Señor ya la Buena Noticia, a través del cual se vuelva al verdadero evangelio de la Biblia, para la salvación de muchas personas, para la edificación de muchos creyentes, para el fortalecimiento del pueblo de Dios. Todo ello, para la gloria de Dios.