PRESENTADOR:
“El reino” es un gran tema para Jesús. En la Biblia, en la traducción NBLA, la palabra “reino” aparece 123 veces en los Evangelios. Sin embargo, solo se menciona 38 veces en el resto del Nuevo Testamento, lo que llevó a Christopher, desde el Reino Unido, a escribirnos: “¡Hola, Pastor John! Muchas gracias por su excelente podcast. ¡Me asombra que pueda dedicar tanto esfuerzo a responder preguntas tan complejas y difíciles de completos desconocidos como yo! Mi pregunta es esta: el Evangelio de Mateo, por sí solo, está lleno de referencias al ‘reino’ venidero (56 en total). Pero desde Hechos y en las epístolas, parece haber muy poca mención del ‘reino’. Entonces, ¿qué es exactamente el ‘reino de Dios’? ¿Es la iglesia o algo más grande?”.
JOHN PIPER:
Aquí percibo dos preguntas fundamentales: (1) ¿Qué es el reino de Dios? (2) ¿Por qué recibe tanta atención prominente y explícita en las enseñanzas de Jesús, pero mucha menos atención prominente y explícita en las cartas del Nuevo Testamento? Permíteme decir algo sobre cada una de esas preguntas.
Gobierno y reinado
Creo que lo más importante que puedo decir sobre el reino de Dios, y que ayudaría a entender todos sus usos, es que el significado básico de la palabra “reino” en la Biblia es el reinado de Dios, no un territorio ni un pueblo. El reino crea un territorio, el reino forma un pueblo, pero el reino de Dios no es sinónimo de Su territorio ni de Su pueblo.
Por ejemplo, considera el Salmo 103:19: “El SEÑOR ha establecido Su trono en los cielos, y Su reino domina sobre todo”. Aquí se percibe claramente que el significado básico de la palabra “reino” es gobierno. No significa que Su reino gobierne solo sobre un territorio específico, sino que Su reinado o gobierno rige sobre todas las cosas.
Dios se sienta como Rey en Su trono sobre el universo, y Su gobierno real (Su reino y Su reinado) domina todas las cosas. El significado básico de la palabra “reino” en la Biblia es el reinado real de Dios: Su reino, Su acción, su señorío, Su gobierno soberano.
Salvar a los pecadores
Dado que el propósito de Dios para el mundo es salvar a un pueblo para Sí mismo y renovar el mundo para ese pueblo, Su gobierno real implica una actividad de salvación y redención a favor de ellos. Por eso, en el Nuevo Testamento, la venida del reino es llamada buenas noticias.
En y a través de Jesús, Dios, el Rey, está viniendo al mundo de una manera, una manera nueva, para establecer Su gobierno salvador. Primero, en los corazones de Su pueblo y en sus relaciones, triunfando sobre el pecado, Satanás y la muerte. Luego, mediante el ejercicio de Su reinado, reúne para Sí un pueblo en congregaciones que viven como ciudadanos de una nueva lealtad: la del reino, no la de este mundo. Finalmente, Cristo vendrá una segunda vez y completará Su reinado al establecer nuevos cielos y nueva tierra.
Ya, pero no todavía
La imagen que se revela en los Evangelios a medida que Jesús enseña sobre el reino es que este es a la vez presente y futuro. De hecho, a esto se refiere cuando dice que el misterio del reino está aquí: presencia sin consumación.
Por ejemplo, puedes percibir la dimensión futura del reino en el Padre Nuestro: “Venga Tu reino” (Mt 6:10). Deberíamos orar eso cada día: “Trae Tu reino, Señor. No está aquí como deseamos. Trae Tu reino. Haz que Tu reinado se manifieste plenamente en la vida de las personas, en mi vida, en el mundo”.
En Lucas 19:11, Jesús procedió a contar una parábola porque estaba cerca de Jerusalén, pero la gente pensaba que el reino de Dios iba a aparecer de inmediato. Sin embargo, Jesús sabía que no vendría de manera inmediata. El reino de Dios no iba a aparecer enseguida, y aun así, repetidamente, Jesús dice: “El reino está cerca. Arrepiéntanse, porque el reino de Dios está cerca”.
De hecho, es aún más explícito en Lucas 11:20: “Pero si Yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes”. Y aún más claramente, en Lucas 17:21: “Porque, el reino de Dios está entre ustedes”.
¿Cómo puede ser que el reino de Dios sea a la vez algo que aún no está presente y algo que ya está presente? Jesús dice: “Oren por él. Está por venir. Todavía no ha llegado. No será inmediato, y, sin embargo, ya está en medio de ustedes, ya ha llegado, está cerca”. ¿Cómo puede decir todo eso?
La respuesta es que el reino de Dios es Su reinado: Su acción soberana en el mundo para redimir y liberar a un pueblo, y luego, en el futuro, completar esa obra y renovar completamente a Su pueblo y al universo.
Intercambiar el trono por una cruz
Si preguntamos por qué el término “reino de Dios” o “reino de los cielos” es tan prominente y explícito en las enseñanzas de Jesús, pero mucho menos en las epístolas (lo cual es cierto), ¿qué deberíamos responder?
Mi sugerencia es esta: durante la vida de Jesús, Él caminaba en una línea muy delgada entre darse a conocer como el Hijo de Dios y la presencia misma del Rey, por un lado, y, por el otro, ocultarse para no ser tomado y hecho rey terrenalmente (como intentaron hacerlo en Juan 6).
Estaban listos para venir y hacerlo rey. Podemos recordar cómo Jesús repetidamente les decía a las personas que no contaran a otros lo que habían visto (Mt 17:9; Mr 7:36). Esto era porque habría un malentendido tan generalizado sobre la naturaleza de Su reinado que podría provocarse una revuelta política, mientras la gente intentaba llevarlo al trono, como en Juan 6.
No, Él vino para ser crucificado. Esa era Su misión. No vino a ser entronizado todavía. Solo sería Rey a través de la crucifixión y la resurrección. Los discípulos apenas podían comprender esto.
El que fue resucitado es el Señor
Después de la resurrección, se pudo ver con absoluta claridad lo que los discípulos no lograron entender durante Su vida. Esto es, que el reino de Dios se revelaría de la manera más gloriosa en un Rey crucificado y resucitado. Por lo tanto, el cambio que ocurre de ninguna manera disminuye la importancia de lo que se enseñó acerca del reino durante la vida de Jesús. Pero sí implica un cambio. Ahora el énfasis abrumador recae en el Rey mismo como el Señor crucificado y resucitado del universo.
El nuevo énfasis, más explícito en las epístolas, proclama: “Jesús es el Señor”. De hecho, si me presionaras, diría que “el reino ha venido” es casi sinónimo de “Jesús es el Señor”. O, dicho al revés, “Jesús es el Señor” es casi sinónimo en las epístolas del reino, del reinado: “El Rey ha venido”.
Y no solo que ha venido, sino que volverá. Creo que hoy nos haría bien tener esto en mente cada vez que hablemos del reino de Dios. Asegurémonos de que nuestra enseñanza refleje el sabor de la aplicación apostólica del reinado de Jesús en las iglesias y en el mundo. Es el señorío del Cristo crucificado y resucitado lo que debe recibir el énfasis en nuestro tiempo.
Publicado originalmente en Desiring God.