El mismo padre que advierte a su hijo de los labios de la mujer prohibida en Proverbios, también le da al hijo algo positivo que anhelar: el cuerpo de su esposa. El padre lo pone de esta manera: Sea bendita tu fuente, Y regocíjate con la mujer de tu juventud, Amante cierva y graciosa gacela; Que sus senos te satisfagan en todo tiempo, Su amor te embriague para siempre. ¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extraña, Y abrazar el seno de una desconocida? (5:18–20). Embriágate. Este es un lenguaje provocativo. Ama, aprecia y exalta la belleza física de tu esposa. Dios quiere que estés tan ebrio con la belleza de tu esposa que no tengas sed de nadie más. Como lo pone un autor: “El autocontrol es una parte importante de la madurez. Pero la sabiduría considera que el remedio de Dios para la sed de sexo del hombre es el sexo: un desbordante gozo sexual con su esposa”.[1] Este pasaje enseña que, en general (con notables excepciones como el embarazo, una enfermedad u otro tipo de situaciones), el deseo por el sexo y placer en el sexo con tu cónyuge debe incrementar con el tiempo, no disminuir. Eso significa que, si estás casado, el deleite que tienes por tu intimidad con tu cónyuge debe ser mayor hoy que en tu luna de miel.[2] Si ese no es el caso, entonces debes saber que esto es lo que Dios quiere para ti. Él no está en contra del sexo ni del placer. Él lo diseñó para ser embriagante. Permíteme considerar dos objeciones. Primero, ¿qué pasa si mi esposa no se siente atractiva y por lo tanto no se siente cómoda sexualmente? Y, segundo, ¿qué pasa si soy soltero? Permíteme comenzar con la primera objeción. A la mitad del Antiguo Testamento hay un poema hebreo escrito por el rey Salomón y su prometida. Cuando se nos introduce por primera vez a la prometida de Salomón, ella claramente no es una roca de seguridad y autoconfianza. En el 1:5–6, ella comenta con sus amigas: Soy morena pero preciosa, Oh hijas de Jerusalén, Como las tiendas de Cedar, Como las cortinas de Salomón. No se fijen en que soy morena, Porque el sol me ha quemado. Los hijos de mi madre se enojaron conmigo; Me pusieron a guardar las viñas, Pero mi propia viña no guardé. ¿Puedes escuchar su inseguridad? No se fijen mí. Aparentemente, ella no venía de una familia rica. Sus hermanos la hacían trabajar todo el día en la viña calurosa, pero su propia viña (su cuerpo y apariencia personal) no guardó. Cuando lees el principio de su canción de amor, no esperarías que esta mujer llegue a decir: “Despierta, viento del norte, y ven, viento del sur; hagan que mi huerto exhale fragancia, que se esparzan sus aromas. Entre mi amado en su huerto y coma sus mejores frutas” (4:16). Sin embargo, esto es exactamente lo que le susurra a Salomón en su noche de bodas. Casi suena como una mujer diferente y, en muchos sentidos, lo es. Algo ha cambiado. Salomón se dedica a alabarla y apreciarla como “hermana mía, esposa mía” (4:9). De hecho, cada uno de los 21 versículos que Salomón habla antes del capítulo 5 (la consumación del matrimonio) los dedica a alabar su belleza física y su fuerza de carácter o a expresar su deseo por que ella se vaya con él. Salomón alaba sus ojos tres veces; sus mejillas, su fragancia y sus labios, dos veces; su cuello, sus dientes, sus labios, su boca, sus pechos, su lengua y su castidad, una vez. Él la llama hermosa seis veces en cuatro versículos (1:8, 15; 4:1, 7). Y esto no termina con la luna de miel. Ni siquiera parece disminuir de ritmo. Él es el conejo de las pilas Energizer de los cumplidos. Cuatro veces la llama hermosa (6:4, 10; 7:1, 6). De hecho, en los 16 versículos que Salomón habla después del 5:1, solamente el versículo final (8:13) no contiene una alabanza abierta por su esposa. Y aun en ese versículo, él expresa su deseo por escuchar su voz. Como yo lo entiendo, esto cambia todo para ambos. Hombres, si tu esposa aún no es lo que ella quiere ser, el problema puede que tenga más que ver contigo que con ella. Haz todo a tu alcance para alabarla. Permíteme abordar la segunda objeción, la de la soltería. Mientras lees esta estrategia, puede que pienses: estar embriagado con el amor de tu esposa está muy bien, pero no estoy casado. ¿Qué hay de mí? Para ti, sugiero que te adentres más en el contexto de Proverbios. El consejo de Proverbios 5˗7 no es solamente para hombres casados. Fue dado “Para dar […] a los jóvenes conocimiento y discreción” (1:4); fue escrito para aquellos que estarán o no casados en el futuro. De hecho, en Proverbios 4:3 vemos que la instrucción del padre en los capítulos 1˗9 fue dada a un hijo que era “tierno y único a los ojos de [su] madre”. Cuando el padre comienza a hablar con el hijo acerca de beber el agua de su propia cisterna (5:15), el hijo ni siquiera tiene una cisterna propia. En otras palabras, el padre le instruye al hijo sobre el sexo mucho antes de casarse. Si actualmente estás soltero y tienes el deseo de casarte, no pretendo conocer el dolor y la soledad por la que puedes estar pasando. Pero sí sé que Dios te ha dado instrucciones porque le importas. Él quiere que pienses correctamente sobre tu esposa aun antes de conocerla. Si estás esperando por ella, precisamente como el hijo en el pasaje, entonces Dios el Padre te exhorta a hacerlo con gran expectativa, sabiendo que al esperar no estás robándote a ti mismo sino invirtiendo en el gozo verdadero.
Preguntas de diagnóstico
- ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tu esposa que piensas que es hermosa? Si no encuentras atractiva a tu esposa, ¿por qué es eso? ¿Podría ser que la pornografía haya arruinado tu habilidad para apreciarla?
- Si eres soltero, ¿qué pueden estarte diciendo estos pasajes?
- ¿Estás satisfecho con tu vida sexual en el matrimonio? ¿Qué puedes hacer para mejorarla?
[1] Ray Ortlund, Marriage and the Mystery of the Gospel [El matrimonio y el misterio del evangelio] (Wheaton, IL: Crossway, 2016), 66. [2] Considera Cantares 8:6–7, donde la pareja habla apasionadamente entre sí, probablemente mucho después de la luna de miel y bien entrados en el matrimonio. También, cuando Proverbios habla de regocijarte con la mujer de tu juventud, debemos notar que tu esposa siempre será la mujer de tu juventud aun cuando ninguno de los dos siga siendo joven (5:18).