¿Por qué es tan importante que representemos a Dios correctamente en nuestro evangelismo?

El asunto no es que la gente no cree en Dios. El problema reside en la clase de dios en que creen.
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Déjenme contarles acerca de Lachie. Él está en sus treintas y no tiene experiencia alguna con respecto a la vida cristiana en el hogar. Creció en el sistema penitenciario local y es el resultado de un par de décadas de reformas institucionales fallidas. Fue alimentado con una dieta de programas de entrevistas por TV durante el día, documentales del History Channel, un poco de espiritismo y un cóctel de teorías contradictorias sobre el significado de la vida. A Lachie le gusta hablar de Dios, pero usualmente lo hace cuando está embriagado o drogado en alguna casa por ahí. En sus momentos de lucidez, él no está verdaderamente seguro de que Dios existe. Después de todo, la ciencia ha desmentido la existencia de Dios, ¿cierto? Si le preguntas cómo la ciencia ha hecho eso, él no está verdaderamente seguro. Pero él confía que tiene algo que ver con la evolución y algo del “Big Bang”. De todos modos, lo único que Lachie sabe es que si Dios existe, seguro que a Dios no le importan las personas “como él”. ¡Su vida es una prueba de ello! Si Dios en verdad existe, no nos ama tanto porque nos deja a merced del sufrimiento y permite que nos pasen cosas malas. Si Dios en verdad existe, entonces lo mejor que Lachie puede esperar es vivir para el momento y confiar que Dios lo perdonará después. He trabajado con niños de la calle en Brasil y los que viven en casas subsidiadas por el gobierno en Escocia. Y en mi experiencia, ambos grupos tienen una forma de pensar notablemente similar acerca de Dios. Ambos grupos tienen una cosmovisión sobrenaturalista innata. No tienen problema alguno en creer que existe una forma de entidad sobrenatural (o ‘Dios’). Pero no se equivoquen: ellos no desean tener una relación con Dios. El apóstol Pablo es muy claro cuando afirma que “la mente gobernada por la carne es hostil a Dios” (Ro. 8:9). Pero es cierto que no encontrarás a muchos ateos intelectuales convencidos en un vecindario subsidiado o en las calles de Brasil. El asunto no es que la gente no cree en Dios. El problema reside en la clase de dios en que creen. Creen que Dios es algo irrelevante. Él está completamente desconectado de la vida diaria; él es alguien a quien hay que desempolvar en las bodas, los bautismos y los funerales. Él es bueno solamente para eso. Creen que Dios es alguien que no tiene interés alguno. Teóricamente, este Dios es capaz de ayudarlos, pero no está interesado en hacerlo. A ellos les resulta increíble que Dios pudiera ser “conocido” en un sentido real. Perciben que Dios (y la iglesia) solo está interesado en gente “elegante”. Creen que Dios es alguien indulgente. Según una persona promedio en los barrios pobres, Dios no es santo. Él no odia el pecado. Él está obligado por contrato a ser un buen muchacho. Así que puedes confiar en que te dará un pase en tu último día. Y si ese es el caso, entonces, ¿por qué deberías preocuparte por obedecerle hoy? Al menos, no hay mucha urgencia para agradar a Dios con tu vida. Por causa de las muchas ideas erróneas acerca de Dios, es absolutamente esencial que proclamemos el carácter de Dios con claridad a las personas. Debemos presentar a un Dios que es santo y que les pedirá cuentas, lo que es un ataque directo al enfoque moralista liberal que tienen con respecto a la vida. Debemos presentar a un Dios que puede ser conocido y que en Cristo se ha revelado a sí mismo perfectamente a los pecadores. Esto es un verdadero puntapié a las ideas culturales. Este Dios es digno de nuestro servicio. Él reemplazará a nuestro «yo» como el objeto principal de servicio y adoración. Cuando conocemos a este Dios y somos conocidos por él, ganamos un gran propósito transformador y autoconfianza en nuestras vidas. Tomemos a Rob, un ex-adicto a la heroína de unos cuarenta años, un criminal de carrera y un ladrón. Rob hizo lo que quiso, cuando quiso, sin pensar en absoluto en las consecuencias. Robó, mintió e hirió a la gente como le plació. Según su manera de pensar, no había un Dios ni una razón para vivir. La vida se trataba de la supervivencia del más fuerte. Un día, Rob escuchó acerca de Dios y sus ojos le fueron abiertos para ver el carácter divino: la santidad infinita de Dios, el amor perfecto y la ira implacable contra el pecado y los pecadores. Dicho conocimiento ha transformado la vida de Rob. Ahora se somete a su Creador y Juez. Ahora entiende que la preocupación amorosa de Dios y sus cuidados para con él en lo personal existen en armonía con la santidad de Dios. Por consiguiente, Rob ya no deambula por ahí con una historia sin guión. Él vive con propósito, esperanza y dirección. Ya no perpetra crímenes. Ya no está ausente en la vida de sus hijos. Ahora vive de manera responsable como alguien que sabe que su Padre Celestial lo ama y cuida de él, y que espera que se comporte como un hijo suyo. Todo el cambio en la vida de Rob, la clase de cambios que los programas sociales tienen como objetivo lograr (acertadamente), se debe al cambio en la teología de Rob. Rob ahora comprende cómo es Dios, y eso fue lo que marcó toda la diferencia. Fallar en presentar el carácter de Dios fiel y bíblicamente tiene grandes ramificaciones en el ministerio a toda persona, donde sea que se lleve a cabo.

Mez McConnell

Mez McConnell es el pastor principal de la Iglesia de la Comunidad de Niddrie y director de 20Schemes. Mez es el autor de numerosos libros, incluyendo «The Creaking on the Stairs: Finding Faith in God Through Childhood Abuse (El crujido de las escaleras: Encontrando la fe en Dios a través del abuso infantil)» (Christian Focus) y «Is There Anybody Out There?: A Journey from Despair to Hope (¿Hay alguien ahí fuera?: Un viaje de la desesperación a la esperanza) (Christian Focus). Está casado con Miriam y tiene dos hijas. Puedes seguirlo en Twitter.

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