Lo que todo cristiano debe saber acerca de la maldad y el sufrimiento

"Dios usa las pruebas para acercarnos a Él y a veces, las usa como disciplina para corregirnos"
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La maldad y el sufrimiento|

“Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos” (Salmos 119:71)  Dios usa las pruebas para acercarnos a Él y a veces, las usa como disciplina para corregirnos como lo hace un buen Padre a sus hijos a quienes ama. Pero en una prueba dada, no podemos saber qué está haciendo Dios exactamente. Romanos 8:28 nos recuerda que “Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien” de Su pueblo. No dice que todas las cosas son buenas o que las pruebas son siempre una disciplina. Simplemente, dice que Dios tiene un plan para todo cuanto nos sucede, y que Él ya ha determinado cómo entretejerá las hebras más oscuras para formar un hermoso tapiz.   Muchas cosas que nos pasan, como enfermedades, trastornos, batallas prolongadas de diferentes clases, son el resultado de vivir en un mundo caído. Pero estos no son accidentes fortuitos. Dios jamás permite prueba alguna que Él ya no haya determinado convertirla en nuestro beneficio. Nuestro bien supremo del que se habla en Romanos 8:28 es nuestra salvación.  En cuanto a mis propias pruebas, puedo decir que no hubo manera en que yo pudiera haber descubierto lo que Dios estaba haciendo. Habría estado equivocado al concluir que Dios las envió para castigarme o porque no tuve la fe suficiente. Pero también habría estado equivocado al haber pensado que simplemente fueron accidentes. Mirando hacia atrás, puedo ver que al menos en algunos casos, Dios las usó para hacer que me aferrara más a Él. Pero no siempre fue así.  No hay ninguna promesa en las Escrituras de que los creyentes serán protegidos de las maldades comunes que conlleva vivir en este mundo caído y lleno de pecado. La promesa que encontramos una y otra vez en las Escrituras es que “Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien” de Su pueblo (Ro. 8:28). Esto es nuestra salvación, no nuestra salud y nuestra felicidad aquí y ahora. Podemos contraer una enfermedad mortal, al igual que todos los demás. Pero la diferencia es que tenemos una esperanza mayor: no la de prolongar nuestra vida como hijos de la carne, sino de la resurrección de entre los muertos en el regreso de Cristo.   Piensa en la masacre horrorosa que ocurrió en una iglesia de Charleston (Estados Unidos) en 2015. Dylann Roof, un integrante de un grupo de supremacía blanca, mató a 9 creyentes en medio de un estudio bíblico. Pero los cristianos también han sido asesinados por varias razones a lo largo de la historia. Entonces, vemos que las cosas suceden a todos por igual, creyentes e incrédulos, simplemente porque vivimos en un mundo caído.  Probablemente, conoces a personas que han escuchado las palabras atemorizantes de un doctor: “Tienes cáncer”. Ves, no es tan bueno como parece. Este presente siglo está dominado por el pecado y la muerte. Pero Jesucristo ha vencido, como al comienzo de la nueva creación.  Al final, la protección y la seguridad que Dios nos promete ahora son mucho mayores que cualquier cosa que nos pueda ofrecer el Departamento de Seguridad Nacional o la compañía de seguros o nuestro doctor. Sin importar lo que nos pase en esta vida, tenemos la promesa de que esta vida es sólo un vapor, una neblina que pasa rápidamente. Tenemos un hogar con el Trino Dios por la eternidad, un banquete gozoso que jamás se acaba.   Romanos 5:1–5 dice:  Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.   

Tenemos dos grandes ideas aquí 

Primero, Dios tiene un propósito para cada prueba que tengas que afrontar y Él se asegurará que de alguna manera, sirva para tu salvación o santificación.  Segundo, ni tú ni nadie puede determinar cuál es el propósito en el momento, y es posible que nunca puedas hacerlo. ¿No es Bueno saber que tenemos un Padre que es suficientemente poderoso para controlar cada circunstancia y suficientemente bueno para convertir las tragedias en triunfos de Su gracia?  Espero que esto pueda reconfortarte, aunque todavía tengas que clamar como el salmista: “¿Hasta cuándo, Señor?” (Sal. 13:1). Dios está demorando el regreso de Cristo para hacer nuevas todas las cosas hasta que todos Sus escogidos, de toda lengua y nación, sean traídos a la seguridad de Su reino.  ¿No te alegra que Él te haya hecho un lugar para que vengas a Cristo? Hasta que la última de Sus ovejas sea traída al redil, soportaremos la maldad de este siglo presente. Pero tenemos Su promesa de que, en Él, reinaremos en la tierra para siempre sin dolor, sufrimiento ni muerte.   

Michael Horton

Michael Horton es el profesor J. Gresham Machen de teología sistemática y apologética en el Westminster Seminary de California, Estados Unidos.

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