Año tras año iniciaba con mucha ilusión mi lectura de la Biblia en 365 días, pero había un problema: me había convertido en una lectora selectiva, me quedaba sólo con aquellos libros de fácil lectura. Mi sustento estaba en versículos que me dieran un aliento inmediato y fresco para el día. Y no hablemos sobre el tema de la disciplina con la lectura, mucho menos de si tenía un corazón dispuesto a descubrir a Dios por medio de su Palabra. ¿Has pasado por esto?
Dios se acerca primero
Muchas cristianas cultivamos estas y otras prácticas en la lectura de la Biblia que nos impiden deleitarnos en conocer al creador del cielo y de la tierra plenamente. En contraste, sabemos que Dios está dispuesto a acercarse y darse a conocer. Cuando lo pienso así, me siento aliviada de saber que esta relación es la iniciativa de un Dios fiel y todopoderoso, y no de una mujer temerosa e inconstante. Observa lo que vivió Moisés en su encuentro con el gran Yo Soy narrado en Éxodo 3:2-5. El Dios creador del cielo y la tierra decidió acercarse a un hombre común, como tú y como yo. Su esplendor y su maravilla hicieron que Moisés se acercara. Aunque él no había planeado este encuentro, estuvo dispuesto a conocer a Aquel que lo llamaba y respondió con valor: “Heme aquí”. Cada uno de tus esfuerzos por leer la Biblia es como la respuesta de Moisés diciendo: “Heme aquí”. Primero debes recordar que a Dios le interesa que lo conozcas personalmente, así que descansa en que no es en tus fuerzas, pues como dice Filipenses 1:6: “Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”.
Reconoce quién es Dios
Lo siguiente que debes tomar en cuenta en este deleitoso encuentro con Dios mediante la Biblia es la importancia de conocer su carácter y reconocer cómo actúa a través de nosotras. Moisés tuvo la increíble oportunidad de conocer a Dios tal y como era. La descripción que hace Moisés en Éxodo 34:6 me deja asombrada: “Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad”. ¿No es hermosa esta descripción de Dios? Identificar lo que Él es nos permite imitarlo, reflejarlo y filtrar nuestras acciones con nuestra familia, nuestros amigos, en el trabajo y en el día a día. La Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, nos muestra el carácter de Dios, un Dios consistente y que no cambia. Qué pasaría si nos atreviéramos a abrir la Biblia no como la sección de respuestas rápidas de un blog, sino como el lugar para conocer al Rey de Reyes y Señor de Señores; un lugar donde podemos ser transformados en personas piadosas, compasivas, lentas para la ira y grandes en misericordia, tal como es Dios. Conoce a Dios por medio de la Biblia para que Él se refleje en tu vida.
Un alimento suficiente
Por otra parte, debemos ser conscientes de nuestra total y absoluta necesidad de nutrirnos correctamente. Pedro nos invita a desear como niños recién nacidos la leche pura de la Palabra, para que por ella crezcamos para salvación (1 Pe. 2:2). ¿Qué significa esto? No nos conformemos con alimento masticado por otras personas, busquemos directamente el alimento que da vida, que sacia, que nos permite madurar y ser transformadas. Recordemos que Jesús se describe a Él mismo como el pan de vida: “Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed” (Juan 6:35). La búsqueda diaria de Dios nos hace mujeres sensatas y consientes de nuestra necesidad, no hay un solo día que podamos vivir separadas de Él. Descansemos en la provisión diaria de Jesús, él es suficiente.
No claudiques en tu lectura
Quizá para algunas de nosotras la lectura de la Biblia sea parte de una disciplina estable, pero para otras representa un desafío casi imposible de lograr. Sin importar cuál sea tu situación, todas nos enfrentamos a las mismas batallas: cansancio, distracciones, días llenos de actividades, falta de atención en la lectura, entre otras. El enemigo buscará que esta cita diaria sea un desastre, que estos encuentros con Dios a lo largo del día sean fallidos; sin embargo, no debemos detenernos. En definitiva, abrir la Biblia es un encuentro personal con Dios, es en sí mismo un momento de deleite. Reconocer esto nos da la oportunidad de cambiar el enfoque de nuestra lectura, no buscando un beneficio inmediato, sino una relación eterna con nuestro Padre amoroso. ¿No te parece un motivo suficiente para leer la Biblia? “No descanse sobre su lectura pasada. Lea su Biblia más y más cada año. Léala si tienes ganas de leerla o no. Y ore sin cesar que el gozo regrese y los placeres se aumenten”. John Piper