Nota editorial: Este artículo pertenece a una serie titulada Proyecto Reforma, 31 publicaciones de personajes que fueron instrumentos de Dios durante la Reforma Protestante. Puedes leer todos los artículos aquí
A principios del año 1500, Escocia tenía algo en común con el resto de Europa: una iglesia profundamente corrupta y espiritualmente empobrecida bajo un liderazgo moralmente moribundo. Para mencionar un ejemplo notorio, David Beaton, cardenal y arzobispo, engendró ilegítimamente, al menos, catorce hijos. Demasiado para el celibato en acción. La ignorancia espiritual era tanta que George Buchanan pudo admitir que algunos sacerdotes pensaban que el Nuevo Testamento era un libro recientemente publicado por Martin Lutero. Entró John Knox y la Reforma se puso en marcha. Nacido en Haddington, Lothian Oriental entre 1513 y 151, Knox fue educado localmente y luego en la Universidad de Saint Andrews. Se convirtió en sacerdote y regresó a su región natal como notario y tutor. Conocemos muy poco de su conversión al igual que la de Calvino.
Captura y liberación
Luego del martirio del protestante George Wishart en San Andrews, Knox llegó al pueblo con algunos de sus jóvenes estudiantes y en 1547 se unió al grupo de los Reformadores viviendo en el castillo de ahí. Cuando Knox fue nombrado a predicar, se opuso, pero fue básicamente manipulado para aceptar el llamado de la congregación del castillo para convertirse en ministro. Sin embargo, en cuestión de meses, el castillo fue secuestrado por barcos franceses en la bahía de San Andrews. Knox y el resto fueron capturados y tomados como esclavos por el siguiente año y medio. Knox fue liberado en 1549 y partió hacia Inglaterra, donde fue pastor de una congregación en Berwick, pero prontamente se trasladó a Newcastle, donde fue también capellán real durante los días del joven rey Eduardo VI, cuya muerte de 1553 fue un golpe fuerte para el partido reformador en Inglaterra, al llevar al trono a Maria Tudor, (“la idolátrica Jezabel” fueron las palabras que Knox cuidadosamente eligió para describirla). Knox buscó refugio en el continente.
La vida en el continente
Entre 1553 y 1559, Knox vivió como un nómada. Pasó un tiempo con Calvino en Ginebra, al que llamó “la escuela más perfecta de Cristo… desde los días de los apóstoles”. A partir de ese momento, aceptó el llamado a pastorear la congregación angloparlante en Frankfurt am Main. Knox se casó con la inglesa Marjorie Bowes y regresó a Ginebra en 1556, a pastorear una congregación de alrededor de doscientos refugiados. El año siguiente, recibió la urgente invitación a regresar a Escocia – 1558 fue el año programado para el matrimonio de la joven María, reina de Escocia con el hijo mayor del rey de Francia, un evento que parecía destinar a Escocia al gobierno católico permanente. Una prueba del vigor de Knox se puede saborear en una carta que le escribió a las personas en Escocia, urgiendoles a no comprometer el evangelio. Les recordó que deben dar cuenta de sus acciones ante el trono del juicio de Dios: [Algunos inventan excusas:] “ ‘No éramos más que simples súbditos, no repararíamos las faltas y los crímenes de nuestros gobernantes, obispos, y clérigos; pedimos la reforma, y deseamos lo mismo, pero… nos vimos obligados a dar obediencia a todo lo que exigían’. Estas vanas excusas, digo, nada te servirán en la presencia de Dios”.”
El regreso a Escocia
En 1559 Knox finalmente regresó a su casa a comenzar la fase más importante de ministerio público de la kirk (término escocés para iglesia). A pesar de sus extensas ausencias en su tierra natal, varias cosas lo equiparon para liderar la Reforma ahí: su nombre estaba asociado con los héroes del pasado reciente, sus sufrimientos autenticaron su compromiso, su amplia experiencia lo preparó para el liderazgo, y su sentido de llamado le hizo “no tener miedo a nadie.” Así, por los siguientes trece años, Knox se dio a sí mismo a la Reforma en Escocia. Para el verano de 1572, Knox fue una sombra de su antigua humanidad, y para Noviembre, era claro que no deseaba este mundo. En la mañana del 24 de noviembre, le pidió a su segunda esposa, Margaret, que le leyera 1 Corintios 15, y alrededor de las cinco en punto hizo su última petición: “Lee donde puse mi primera ancla” (presumiblemente en la fe). Le leyó Juan 17 y para el final de la noche, había partido. Hay muchas explicaciones de la influencia de Knox y de la Reforma en Escocia. No hay duda de que fueron varios factores en la providencia de Dios los que trajeron un avivamiento espiritual. Sin embargo, la convicción de Knox era “Dios dio su Espíritu Santo a hombres sencillos en gran abundancia.” Ahí descansa la lección más grande de su vida.