En la primera parte de este artículo, comenzamos nuestra reflexión sobre cómo nuestro pecado puede estar contaminando nuestro gran “amor de madre”. El pecado en nuestro corazón lo daña todo, aún este amor considerado como el más puro de todos. El único amor puro y perfecto es el de nuestro Salvador Jesucristo, necesitamos ir a Él para que purifique nuestro “amor de madre” y podamos “amar” a nuestros hijos con las motivaciones correctas. Para comenzar, debo aclarar que para nada he dominado mi amor como madre de forma perfecta, tengo altos y bajos y constantemente tengo que examinarme para que no me domine. Al igual que tú, dependo de Dios, de Su Palabra y de Su Espíritu Santo para poder poner mis pasiones en orden y para Su Gloria. Estamos juntas en esta lucha. Quiero darte 4 consejos que han sido útiles para mí:
Aprovecha tu desesperación
El área con la cual me ha sido más difícil lidiar en mi vida como madre es dormir. Mis hijos pelean con el sueño, he probado muchísimas técnicas y nada ha funcionado. Todos los días sin falta mis hijos me dicen que no quieren dormir, ¡todos los días! No sé cuál es el área en la que luchas tú. Pero siempre hay etapas y temporadas en la vida como madre en la que nos sentimos desesperadas, sin esperanzas, a punto de explotar. Cuando estos sentimientos comiencen a embargarte es señal de que has llegado a la desesperación. No te quedes allí, no abraces esos sentimientos, ¡aprovéchalos! Dios te los ha dado para que te lleven a Él, para que tu amor de madre no te engañe haciéndote creer que esos niños dependen de ti, que eres indispensable y tienes súper poderes. Inmediatamente ve a tu Padre en oración, arrepintiéndote de creer que tu amor de madre es más suficiente y más poderoso que Él, el Dios que sustenta la vida, que tiene al mundo en el hueco de su mano, que creó a tus hijos en tu vientre y tiene un plan para sus vidas. El Salmo 107:11-13 hablando del ciclo que vivió el pueblo de Israel de pecar, ser castigados y después redimidos, dice: “…pues fueron rebeldes a los mandatos de Dios y despreciaron los proyectos del Altísimo. Dios quebrantó su orgullo con trabajos pesados; caían, y no había quien los levantara. Pero en su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de toda su aflicción.” ¿No te suena familiar en tu vida como madre? sutilmente el amor de madre nos hace sentir súper poderosas y creemos que podemos con todo, como dicen por ahí. De repente ser madre se convierte en un trabajo muy pesado, asfixiante y sientes que nadie puede levantarte. Pero tenemos un Dios tan bueno y tan maravilloso que, al clamar a Él, Él nos responde y nos salva de nuestra aflicción. Aprovecha la desesperación para ir a los pies de tu Salvador, reconociendo tu lugar y el rol del dueño del universo en tu vida como madre.
Busca mentoría de una mujer madura
Para hacer esto debes conocerte a ti misma y ser humilde para abrir tu vida a alguien más. Debe ser una mujer madura en la Palabra, que no va a usar mal la información y que sus consejos siempre vendrán de la Biblia y su experiencia piadosa como madre, claro. En lo personal tiendo a ser muy noble, relajada y condescendiente. Así que me busqué una mujer que me conoce bien y que es todo lo contrario a mí, ella es estricta, firme y estructurada. A veces nosotras en nuestra ceguera, buscamos a personas que sabemos que nos dirán las cosas que queremos escuchar. Busca a alguien que te conoce y que te dirá la verdad en amor. Debo agregar que a veces los consejos prácticos de estas hermanas no van a combinar con tu carácter o filosofía de crianza. ¡Por favor, escucha a la hermana! sigue su consejo, aunque vaya en contra de ti o de las modas de crianza del momento. Anteriormente comenté que una lucha personal con mis hijos es dormir. Esta mujer sabia me aconsejó que dejara a mi segundo hijo (que tenía 14 meses) llorar y yo me fuera a dormir, que él aprendería que la noche es para dormir. Obviamente me resistí a ese consejo, con mi hija mayor, nunca tuve el corazón y me parecía una crueldad. Pero después de 4 años sin dormir bien, comienzas a meditarlo.1 Si eres milenial como yo, puedo visualizar tu cara fruncida. He leído mil cosas acerca de cómo ayudar a los niños a dormir bien y mejor, al menos 5 filosofías diferentes. Es un engaño de nuestra época llenarnos de información tan accesible, creer que sabemos más que las mujeres mayores que van adelante de nosotros. Y en la mayoría de los casos no es así, muchas de ellas tienen sabiduría para dar. Sigamos el consejo de la Palabra de Dios: “El necio piensa que va por buen camino, pero el sabio presta atención al consejo” (Pr. 12:15). Nuestra maternidad en Cristo, va más allá de las generaciones, más allá de teorías o filosofías… se ancla en lo que nunca cambia, en los principios de la Palabra de Dios, no importa si crees en ellos o no, no importa si van en contra de lo que dicen los llamados “expertos”, o en contra de tu propia investigación y convicciones, cree en ellos y obedécelos. Y una mujer madura, llena de la Palabra, puede ser un regalo que Dios tiene para ti en esta etapa de la vida. Si tienes hijos pequeños y estás en la crianza, te animo, busca a alguien madura y escucha sus consejos. Si eres una mujer que ya tiene el nido vacío o con hijos adultos, te animo, busca a una mamita joven, invierte en su vida y llénala de consejos llenos de la Palabra. Es una ilusión pensar que podemos vivir nuestra maternidad solas. Es una mentira creer que como mamás debemos saberlo todo. Si fuera así, Dios no hubiera dejado el mandato en Tito 2:3-4 “Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su porte y maestras del bien, no calumniadoras ni esclavas del vino; deben enseñar a las mujeres más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos”.
El viejo dicho es cierto “crecen rápido”
Esta mujer sabia que Dios puso en mi camino, es madre de dos adultos apenas en estreno. Como ya son adultos se dan el lujo de rechazar las muestras de afecto y cuidado de su mamá. Se encargan de recordarle que no la necesitan más. Hacen sus propios planes, hasta cierto punto toman sus propias decisiones. La verdad es que ya no la necesitan. Toda esa inversión de tiempo, esfuerzo, energías, las desveladas, los hobbies olvidados, los sueños abandonados… Ellos, no lo recuerdan, no paran cada día por su cuarto para darle las gracias; porque ellos están ocupados viviendo sus vidas. Nuestros hijos tendrán memorias de nosotras. ¡Claro que sí! Y somos una gran influencia en sus vidas. Pero seamos honestas, nunca ninguno de mis hijos me dirá, mamá gracias por los 4 años de tu vida en los que viviste con 4 horas de sueño, gracias mamá por los 895 pañales que me cambiaste, gracias mamá por todas las papillas orgánicas que me cocinaste. Al final del día, esas cosas por las que nos obsesionamos tanto, esas cosas por las que sacrificamos nuestra salud física, emocional y mental, esas cosas por las que sacrificamos nuestro tiempo con Dios y la relación con nuestro esposo, van a ser las que tengan menos importancia en la vida de nuestros hijos. Todo, porque quisimos honrar “nuestro amor de madre” y no el orden de nuestro Dios. “¿Y qué es la vida de ustedes? Es como lna neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora” (Stg. 4:14). “Aprovechen bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef. 5:16). Abandona tu amor de madre y abraza el amor de Dios. Tus hijos recordarán cuando jugaste con ellos, cuánto los escuchabas, cómo amabas a su papá, cómo amabas a Dios y orabas con ellos. No está mal darles buena comida, no está mal que les des una buena educación, pero sí tienes que sacrificar algo, no sacrifiques a tu Salvador, no sacrifiques a tu esposo, sacrifica esas cosas triviales, que no marcan una diferencia eterna ni a largo plazo.
Tus decisiones hoy tendrán una cosecha
Gálatas 6:7 dice: “No se engañen, Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará”. La mujer sabia me repetía una y otra vez esta frase: “te digo lo que te digo, porque ya estoy del otro lado, y yo, no lo hice, y ahora veo la cosecha”. Ella se refería específicamente a su matrimonio, su “amor de madre” se comió en tantas ocasiones “su amor a Dios” y “su amor a su esposo”. Ahora que los hijos no están, ella está cosechando lo que sembró. Defiende las prioridades diseñadas por Dios, no dejes que tu vida gire alrededor de tus hijos. En mi caso, yo estaba tan agotada, ya no podía más, mentalmente, emocionalmente y físicamente estaba drenada. Dios me dio la fuerza para escuchar a esta mujer y dejé a mi hijo llorar y a mi hija también. No fue fácil, fue doloroso y a veces quería volver atrás, pero ¿sabes que paso? Aprendieron a dormir, les quedó claro que mamá y papá necesitan descansar. Y yo soy una mejor mamá, porque duermo bien y puedo sonreír y disfrutar más mi maternidad. No sólo eso, esta lección me enseñó lo engañoso de mi “amor de madre” y cómo me roba en lugar de darme. No sé cuál es tu situación en lo particular, cuáles sean las luchas en tu familia, las cosas por las que tus hijos en momentos te vuelven loca. Pero sé, que la Palabra de Dios es suficiente y tiene lo que necesitas para poner el diseño de Dios en función dentro de tu familia. Sé también que Dios tiene una mujer madura y piadosa para que pueda guiarte, animarte y exhortarte. No te dejes engañar por “el amor de mamá”, es tramposo y engaña. Ten privacidad con tu esposo en casa, sal con él, duerme, compra papillas hechas, déjalos a cuidar con alguien, estudia la Palabra con tu mejor amiga… estas cosas te van a ayudar a disfrutar a tus hijos más, a ser una mejor mamá, a amar a tu esposo quién al final será tu compañero de por vida. Estamos en la lucha juntas, que Dios nos ayude a poner nuestras prioridades en Su orden y a ser valientes para defenderlas aún ante este amor tan grande llamado “amor de madre”.
Notas:
- No estoy implicando que toda madre que tiene un hijo que no duerme toda la noche debe hacer esto, es importante el consejo de un profesional y de una mujer madura, para determinar si este método es adecuado para el niño.
No estoy motivando a la mujer a sacrificar a sus hijos por lograr sus metas personales o sueños, mi deseo, sino a animar a que sacrifiquen cosas triviales y que escuchen y obedezcan los principios de Dios, que al final le traerán más gozo en el rol de esposa y madre.