Hola mis amadas hermanas y amigas, les saluda desde México, Karla de Fernández dándoles la bienvenida a un episodio más del estudio del libro de Rut. Esperamos que cada semana estés siguiendo el podcast de Mujeres en Su Palabra y que sea de bendición y edificación para tu vida.
Oremos
Amado Dios y Padre Eterno, damos honra y gloria a tu Nombre, gracias, Señor por la oportunidad que nos das de estar compartiendo tu Palabra, tus enseñanzas, tu corazón, gracias por la libertad de poder estudiarla y leerla. Oramos por cada mujer que escuchará estos audios para que su corazón sea transformado de acuerdo a tu voluntad, oramos que nos uses para cumplir con tus propósitos eternos y seamos edificadas, bendecidas y llenas de tu gracia para hablar con otros acerca del evangelio de Cristo. En Cristo Jesús esperamos y confiamos, amén.
Rut 1:1-5
La semana pasada nuestras queridas Cathy Scheraldi y Vilma de Méndez nos compartieron acerca de Rut 1:1-5 dándonos una introducción al libro, hablándonos de la historia de Noemí y su familia que, al comenzar una hambruna en Belén de Judá ellos sin pedir consejo a Dios deciden irse a la tierra de Moab. Una tierra pagana con quienes Dios había dicho que no tomaran mujeres como esposas, y esto lo podemos leer en el Éx. 34:15-16. Sin embargo, vimos que los hijos de Noemí se casaron con un par de moabitas, ellas eran Orfa y Rut. Hay un par de cosas que llaman mi atención en los primeros versículos, primero, ellos no buscaron el consejo de Dios en cuanto a qué hacer cuando la hambruna se presentó en su tierra; y segundo, quizá su intención era la de no regresar a Belén nunca más y por eso ellos se casaron con mujeres moabitas. Pero sucede que mueren los tres hombres de casa de Noemí, su esposo Elimelec y sus hijos Mahlón y Quelión como nos lo narran los versículos 3 y 5 de Rut 1. Ahora, te pido me acompañes a leer en tu Biblia Rut 1:6-14, yo estaré utilizando la Biblia de las Américas. 6 Entonces se levantó con sus nueras para regresar de la tierra de Moab, porque ella había oído en la tierra de Moab que el Señor había visitado a su pueblo dándole alimento. 7 Salió, pues, del lugar donde estaba, y sus dos nueras con ella, y se pusieron en camino para volver a la tierra de Judá. 8 Y Noemí dijo a sus dos nueras: Id, volveos cada una a la casa de vuestra madre. Que el Señor tenga misericordia de vosotras como vosotras la habéis tenido con los muertos y conmigo. 9 Que el Señor os conceda que halléis descanso, cada una en la casa de su marido. Entonces las besó, y ellas alzaron sus voces y lloraron, 10 y le dijeron: No, sino que ciertamente volveremos contigo a tu pueblo. 11 Pero Noemí dijo: Volveos, hijas mías. ¿Por qué queréis ir conmigo? ¿Acaso tengo aún hijos en mis entrañas para que sean vuestros maridos? 12 Volveos, hijas mías. Id, porque soy demasiado vieja para tener marido. Si dijera que tengo esperanza, y si aun tuviera un marido esta noche y también diera a luz hijos, 13 ¿esperaríais por eso hasta que fueran mayores? ¿Dejaríais vosotras de casaros por eso? No, hijas mías, porque eso es más difícil para mí que para vosotras, pues la mano del Señor se ha levantado contra mí. 14 Y ellas alzaron sus voces y lloraron otra vez; y Orfa besó a su suegra, pero Rut se quedó con ella. Noemí estuvo más de una década fuera de su tierra, en una tierra pagana, con dioses paganos, y, por si fuera poco, su esposo e hijos murieron ahí en esa tierra sin dejar descendencia. Ahora Noemí se encontraba en una situación más difícil que cuando decidieron dejar Belén. Estaba viuda, sin hijos, sin posesiones y con su par de nueras paganas de quienes tendría que hacerse cargo. Pero una luz se mostró nuevamente, ella escuchó que Dios había visitado si tierra, Belén de Judá y les había dado pan. La hambruna había terminado. ¿Acaso Dios los había guardado de la muerte al permitir que fueran a la tierra de Moab? Así que Noemí deja el lugar que la había tenido durante los años que hubo hambruna en su verdadero hogar y vuelve ahí, a Belén, sin mirar atrás. Deja atrás a sus tres hombres y abre camino a un mejor sendero junto a Orfa y Rut, sus nueras. Salen las tres mujeres, sin embargo, los versículos 8-13 nos narran que Noemí trata de convencer a sus nueras de que sigan con ella. Es importante mencionar que Noemí no tenía nada que ofrecerles y su desventura es tan grande que parece que intenta evitarles el sufrimiento que ella experimenta. Noemí sabía que Dios seguía en control de todo y que lo que sucedió era obra de Dios. Deut. 25:5-10 nos deja saber que era costumbre que, al morir un esposo israelita, el hermano o pariente cercano debía casarse con la viuda y conservar el nombre del difunto. Noemí está sola, desesperanzada, amargada y ciega al grado de no recordar a Booz, su pariente cercano. Sus circunstancias la cegaron. Y podemos ver cómo es probable que tú y yo hayamos estado en una situación parecida a la de Noemí en cuanto a nuestra actitud frente a las situaciones que Dios ha permitido. Es muy probable que, al pasar pruebas fuertes con Dios, nuestra mirada quede corta, es decir, no vemos más allá lo que Dios está orquestando, sino que nos amargamos y enojamos contra Él. Creemos que Dios está contra nosotras airado y descargando su furia contra nosotras y exageramos nuestra desesperanza. Nos dolemos tanto contra Dios, nos amargamos y podemos perdernos esa luz que comienza a asomarse justo atrás de las colinas anunciando que la obscuridad en la que nos encontrábamos está llegando a su fin. La historia de Noemí con Rut, nos recuerda que Dios es soberano, Dios es fiel, Dios usa a quien Él quiere usar para cumplir con sus propósitos eternos. Gracias a la hambruna, Noemí y su familia salen a Belén, a una tierra extranjera donde de manera inimaginable se encuentra una mujer moabita que dejaría su tierra, sus dioses para seguir al Dios de los cielos y ser parte de la línea ancestral de Nuestro Señor Jesucristo. Permíteme citar al Pastor John Piper en referencia a Rut, él dice: “…generalmente Dios obra para nuestro bien en los peores momentos, sino también en que Él está haciendo que todas las cosas obren específicamente para la gloria de su Hijo, Jesucristo: hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Rut la moabita”. [i] Que las pruebas, las situaciones y circunstancias de la vida no nos cieguen al grado de olvidar a nuestro pariente redentor, este es Jesús quien nos rescató, nos sació y dio plenitud. [i] Bajo las alas de Dios, John Piper. Editorial Portavoz.