Comprometidas con el gozo

El gozo es el fruto de la presencia de Dios en nosotras. Es el resultado del Espíritu Santo actuando en nuestras vidas y enseñándonos a tener contentamiento.
|
|

Pablo escribió la carta a los filipenses durante su estancia en una prisión romana: esta era la circunstancia que él tenía que enfrentar. Para nosotras las circunstancias pueden ser diferentes: una soltería difícil, un esposo complicado, una pérdida dolorosa, una rutina asfixiante o una agotadora vida dedicada a la maternidad. Pero ¿cómo reaccionamos frente a ellas?, ¿dónde está puesta nuestra confianza?, ¿cómo está nuestra relación con Dios cuando los tiempos difíciles llegan? Si hemos confesado a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas, ¿qué necesitamos para tener gozo? ¿Hablamos de todo lo bueno que Dios ha hecho o nos estamos quejando? El gozo no depende de las condiciones en que nos encontramos ni de las personas que nos rodean. El gozo es el fruto de la presencia de Dios en nosotras. Es el resultado del Espíritu Santo actuando en nuestras vidas y enseñándonos a tener contentamiento.

Felicidad o gozo

Filipenses 4:12-13 nos dice lo siguiente: “Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. En principio, esta carta fue escrita por Pablo (encarcelado) y enviada a la iglesia en Filipos (que se encontraba en condiciones de pobreza severa). Ninguna de estas personas vivía su mejor momento. A pesar de esto, ellos habían aprendido a contentarse con sus circunstancias. Habían encontrado el gozo verdadero. Para entender más al respecto, es necesario tener clara la diferencia entre felicidad y gozo. La felicidad depende de nuestros logros, posesiones, circunstancias, etc. Este sentimiento en sí no tiene nada de malo, pero es pasajero. El gozo, en contraste, es parte del carácter de Dios que fluye a través del Espíritu Santo y nos permite deleitarnos, contentarnos, estar satisfechas a pesar de lo que pueda estar pasando. El gozo está en Dios y perdura. El gozo depende de nuestra relación con Él. Por lo tanto, sería honesto preguntarnos: “¿Cómo está nuestra relación con Dios hoy?”.

La fuente del gozo

Las circunstancias de Pablo eran totalmente inciertas, pero él no estaba confiando en lo que tenía en ese momento, sino en lo que vendría por medio de Cristo. ¿Cómo podía experimentar esta clase de gozo? Mediante una sólida e inamovible relación con Dios. No miraba lo temporal, sino lo eterno. Él servía a Dios y su causa era el evangelio. En ocasiones, aun las creyentes nos quedamos atrapadas en las circunstancias y nos vemos envueltas en nuestras emociones. A Pablo no lo dominaban sus emociones; en cambio, animaba a los filipenses y nos anima también a nosotras con estas palabras: “alégrense”, “regocíjense”, “tengan gozo”. Sin embargo, no olvidemos una cosa: el contentamiento en el corazón de Pablo no quería decir que él no sufriera o no se doliera, sino que permanecía aferrado a la fuente del gozo. Una vez que hemos confesado nuestra fe en Cristo, somos selladas en él con el Espíritu Santo (2 Corintios 1:21-22), que mora en nosotras desde ese momento y para siempre. Tenemos el mismo acceso que Pablo al fruto del Espíritu Santo. Él vive en nosotras para expresar quién es él, para manifestar amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5: 22-23). Qué alegría es sabernos unidas a la fuente de agua viva. Entonces ¿qué podría robarnos el gozo?

Algo obstruye mi gozo

¿Has notado que en ocasiones hay un ambiente de insatisfacción en nuestras vidas? Pareciera que una temporada de quejas o reclamos nos ha invadido. Nuestra escasa comunión con Dios o el pecado pueden estar llevándonos a actuar más conforme a nuestra vieja naturaleza y menos con el fruto del  Espíritu Santo. Posiblemente nuestras decisiones han opacado el reflejo de Dios (Gálatas 5:16-26). Él no deja de vivir en nosotras, pero sí podemos estar limitando su fruto en nuestras vidas. Podemos estar tranquilas de que no hemos perdido al Espíritu Santo, aunque será necesario orar en humildad como David: “Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24). Debemos pedirle a Dios que nos lleve a identificar la causa de nuestra insatisfacción. El mundo que nos rodea nos llena de estándares equivocados, nos aleja de nuestro principal ministerio, que es nuestro hogar, nos impulsa a querer más o a menospreciar indirectamente lo que tenemos. Acerquémonos a los pies de Cristo y reconozcamos que solo en Él estamos completas (Colosenses 2:9). No hay ningún tipo de logro que nos llene de contentamiento de la manera en que Cristo nos completa.

Un compromiso con el gozo

Amiga, quiero que meditemos en esto: la vida que tenemos es la que Dios nos ha dado para honrarlo. Si existe insatisfacción, amargura o enojo en nuestro corazón, es un buen momento para reconocer que necesitamos que Cristo llene toda nuestra vida. Tomemos muy en serio la oración y llenémonos de su Palabra cada día, todos los días. Vayamos a Él constantemente, no por lo que podamos obtener a cambio, sino por el deleite de estar en la presencia del Rey de Reyes y Señor de Señores. Hagamos un compromiso delante de Dios para aceptar con gozo las muchas dádivas que  Él nos ha concedido por gracia. Alejémonos de las comparaciones y las quejas. Agradezcamos más, confiemos en que en Dios estamos completas. Nuestro gozo no depende de las circunstancias cambiantes, nuestro gozo reposa en un Dios inmutable y eterno. Aprendamos a vivir con poco, pero también con mucho, permitamos al Espíritu Santo actuar con plenitud en nuestras vidas. Que Dios sea nuestro deleite de día y de noche por medio de la lectura y la meditación de la Biblia, orando a solas y también con otras hermanas. Alabémoslo con cantos y desde el corazón. Reunámonos con otros hermanos porque esto es bueno y agradable. “La felicidad depende de las circunstancias, el gozo depende de nuestra relación con Dios”. Charles Stanley Padre amado, atráenos con tus cuerdas de amor para deleitarnos en tu presencia, para ser llenas de ti y de tu Palabra. Muéstranos aquellas cosas que nos han alejado de la plenitud y el gozo que solo hay en ti. Solo en ti estamos completas. Amén.

Liliana Leyva

Liliana Leyva, sierva e hija de Dios. Esposa de Isaac Martínez, con quien desde hace 12 años forma una bendecida familia. Mamá de Erik y Sofía. Miembro de la Primera Iglesia Bautista de Cd. Satélite en el Estado de México, donde sirve en el ministerio de mujeres. Dirige y escribe con gozo para el blog «Amadas por Jesús». Visita www.amadasporjesus.com, Facebook o Instagram (@amadasporjesusreflexiones) para seguir su trabajo.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.