En el mundo bajo maldición en el que vivimos y como portadores de una imagen caída, el patrón del miedo, ansiedad y preocupación puede ser, a menudo, parte de la experiencia humana. Muchas veces es causado por una incredulidad pecaminosa o idolatría. Otras veces es una respuesta psicológica y en otras ocasiones es una mezcla de ambas. Habiendo pasado años caminando junto a muchos para los que la ansiedad es una realidad, hay muchas lecciones que he comenzado a recoger. Aquí están cinco lecciones aprendidas del aconsejar a personas con ansiedad.
La Escritura habla de este tema
La Palabra de Dios habla a nuestras ansiedades e insistentemente nos llama a salir de ellas. Sin embargo, en nuestros días, no se suele contraponer la Escritura a nuestras ansiedades. Quizás sea porque mucha gente piensa que la ansiedad es un asunto meramente médico lejano a las Escrituras, la iglesia, o quizás, porque en medio de situaciones difíciles, los cristianos no han aprendido el modelo de aferrarse a las verdades de la Escritura. Creo y lo he visto incontables veces, que el pensamiento o la visión de las cosas debe ser abordado en la consejería. La forma en la que vemos las cosas, cómo por años, somos condicionados por modelos de pensamiento y cómo tendemos a acentuar ciertos pensamientos sobre otros, todo esto debe ser abordado al lidiar con la ansiedad. Las Escrituras son el mejor filtro para saber cómo deberíamos abordar este tema. Por ejemplo: en (Mt. 6:25-34) Jesús enseña sobre la ansiedad, en (2 Co. 10:5 y Fil. 4:8) enseña a considerar nuestro pensamiento de vida y habitar en la bondad de Dios (Sal. 77:11-12). Las Escrituras revelan, también, profundas verdades acerca de nuestra tendencia a crear dioses falsos e ídolos que causan ansiedad cuando los elevamos a una posición impía, no santa. Cuando nuestro trabajo, familia, reputación, dinero, etc. se vuelven un ídolo las Escrituras nos llaman al arrepentimiento. Un derivado de la idolatría es que a menudo sentimos ansiedad cuando nuestro ídolo no es “adorado” por los demás, cuando nos falla, o cuando finalmente es expuesto como un dios falso. Entonces la sabiduría de la Escritura es la que puede producir el fruto de la paz, cuando filtramos nuestras vidas a través de sus páginas. Además de la aplicación de ciertos textos o pasajes específicos de la Escritura, es importante considerar cómo la Escritura en general habla de ciertos temas. Debemos ser cuidadosos, en cualquier situación, pero particularmente en nuestro trato con la ansiedad, para observar los patrones de las Escrituras y entender como éstas en conjunto, enseñan una doctrina especifica o habla de un tema particular. Y aquí es donde las confesiones históricas nos ayudan. La segunda Confesión de Fe de Londres provee un marco útil, que surge de las páginas de la Escritura, a través del cual podemos entender cómo los distintos pasajes bíblicos que usamos encajan en el mensaje global de La Biblia. Esto es una guía para evitar descontextualizar pasajes, o poner el énfasis en el lugar incorrecto. También nos ayuda a no tratar a La Biblia como una caja de medicamentos de la cual elegimos distintas píldoras, sino como un tratamiento completo en nuestros momentos de temor, preocupación y ansiedad. Edificados en tiempos de ansiedad
Un entendimiento correcto de la doctrina de Dios es crucial
Toda doctrina de la Biblia es importante y crucial para nuestro crecimiento en conocimiento y santidad. Sin embargo, en el abordaje de la ansiedad, una doctrina de la cual a menudo se abusa, se malinterpreta, o se olvida completamente es la doctrina ortodoxa de Dios (la teología, propiamente dicha). Para el consejero, un amplio entendimiento de la doctrina de Dios es un componente necesario para ayudar a quienes sufren ansiedad. Atribuir cualidades finitas a Dios, considerarlo menos que omnisciente, argumentar que Él es mutable (incluso si sólo se intenta hacerlo más accesible para sus criaturas), mostrarlo pasivo, o representar erróneamente la ortodoxia sobre la Trinidad, todo esto debe ser evitado en nuestro peregrinar cristiano, pero más aún en nuestro aconsejar. Sería beneficioso para cada consejero tener un conocimiento correcto y profundo de la teología propiamente dicha. Y en ese sentido es que nos ayudan las Confesiones. Por ejemplo, si un consejero es un conocedor de la doctrina de Dios en las Escrituras, como fielmente se presentan en la Segunda Confesión de Londres, es más probable que pueda presentar correctamente a Dios en su aconsejar. Vivimos en tiempos en los cuales muchas iglesias están adoptando Declaraciones de Fe cada vez más breves y sucintas. A menudo, una de las secciones más cortas es la doctrina de Dios, de modo que aquellos que elaboran dichas declaraciones parecen estar conformes con una declaración simple con respecto a la Trinidad. ¿Pero es esto todo lo que nuestro Dios nos revela acerca de Él mismo: que Él es Trino? ¿No tiene un inmenso valor una comprensión más completa de este Dios? Observa: “El Señor nuestro Dios es un Dios único, vivo y verdadero; cuya subsistencia está en Él mismo y es de Él mismo, infinito en ser y perfección; cuya esencia no puede ser comprendida por nadie sino por Él mismo; es espíritu purísimo, invisible, sin cuerpo, miembros o pasiones, el único que tiene inmortalidad y que habita en luz inaccesible; es inmutable, inmenso, eterno, incomprensible, todopoderoso, infinito en todos los sentidos, santísimo, sapientísimo, libérrimo, absoluto; que hace todas las cosas según el consejo de su inmutable y justísima voluntad, para su propia gloria; es amantísimo, benigno, misericordioso, longánimo, abundante en bondad y verdad, perdonando la iniquidad, la transgresión y el pecado; galardonador de los que le buscan con diligencia, y sobre todo justísimo y terrible en sus juicios, que odia todo pecado y que de ninguna manera dará por inocente al culpable.” (CBL Cap 2.1) ¿Una persona ansiosa no necesita entender que Dios no está sujeto a las pasiones como lo estamos nosotros? La inmutabilidad inquebrantable de Dios cuando es entendida por una mente finita, la comprensión de su soberanía absoluta y amor ¿No nos ayudan en momentos de profundo temor? ¿Y no es útil comprender que Dios no está hecho de partes, de modo que su amor no es solo una «parte» de él, sino que Él es amor (¿en contraste con la idea de que Él se apropia de un principio extraño del amor basado en sus propios caprichos «cambiantes»?) Todas estas profundas verdades teológicas acerca de Dios son necesarias, pero más seriamente cuando estamos ansiosos. Los consejeros necesitan saber más, no menos, acerca de la doctrina de Dios. Algunos de los momentos de consejería más fructíferos que he experimentado han sido en momentos de discusión sobre algún aspecto de la doctrina de Dios (es decir, la impasibilidad, la simplicidad, etc.). Los consejeros no ayudan como deberían si tergiversan al Dios de la Biblia. Si tergiversan al Dios de la Biblia, en realidad ofrecen la idolatría como una solución a la fragilidad humana. Lo que necesitamos, y lo que necesito cuando estoy ansioso, no es un Dios reducido a mi nivel de comprensión, que es simplemente «un poco más grande» que mis problemas. Necesito que el Dios de la Biblia en todo su esplendor sea proclamado audazmente.
Debemos entender a los seres humanos como cuerpo y alma
Debido a la caída del hombre, los seres humanos estamos sujetos a maldición, y nuestros cuerpos no son como lo serán un día. La ansiedad, muchas veces, es un desorden espiritual y/o psicológico, pero también puede ser el resultado de nuestra fisiología. Cómo comemos, si estamos durmiendo lo suficiente, si hacemos ejercicio, así como el funcionamiento integral de nuestro cuerpo pueden afectar nuestra experiencia de ansiedad. Recientemente, mi esposa, quien no es propensa a sufrir ansiedad, fue diagnosticada de hipertiroidismo. Uno de los síntomas es que ocasionalmente, y sin razón alguna, experimente períodos breves de inexplicable ansiedad. Para ella, esto es una ansiedad física, sin ningún pensamiento detrás de ella: ansiedad experimentada, incluso en medio de un gran gozo espiritual. ¿Debería ella orar, confiar en Dios, leer las Escrituras? Absolutamente. Sin embargo, el suyo es un ejemplo de cómo el funcionamiento de nuestro cuerpo puede afectar nuestros sentimientos de angustia. Para muchos, solo el cuerpo es culpable por una experiencia que realmente tiene un pensamiento defectuoso o causas espirituales como su raíz. Para otros, puede haber una mezcla de ambos. El punto aquí es que, en mi trabajo con individuos, he visto que la ansiedad proviene de varias causas, tanto del cuerpo como del alma, y es importante considerar esta realidad. Y también es cierto que es de acuerdo a esta realidad de ser cuerpo y alma, conforme a Su Humanidad, que nuestro Señor Jesús vino al mundo (Catecismo Bautista, Pregunta 25: “¿Cómo Cristo, siendo el Hijo de Dios, se hizo hombre? Respuesta: Cristo, el Hijo de Dios, se hizo hombre, tomando para sí un cuerpo verdadero y una mente racional…”)
La iglesia local es un componente crucial para el crecimiento
La gente, muchas veces, es propensa a alejarse de los demás cuando están angustiados. De todas maneras, el cuerpo de Cristo es crucial en nuestro caminar, especialmente cuando estamos luchando con el temor y la preocupación. Necesitamos el ritmo, dado por Dios, de “un sábado cada siete” como un patrón en nuestras vidas. Podemos encontrar un bálsamo para nuestras almas angustiadas cuando vivimos de acuerdo al patrón de Dios en la creación acerca del Sabbath, o Reposo (CBL 22.7-8). Un beneficio de mantener un día de reposo semanal es que nos da un día, cada semana, libre de las preocupaciones y trabajo de este mundo. Hemos recibido un recordatorio semanal del reposo que ha de venir (Heb. 4:9-10). Reunirnos con los santos del Señor es crucial, la ayuda para nuestra angustia a menudo proviene de nuestras relaciones en el cuerpo de Cristo, especialmente con nuestra propia iglesia local. Hablar de nuestros temores con un amigo de confianza, recibir consejo bíblico de un sabio hermano en Cristo, y experimentar la responsabilidad de la iglesia local es crucial en nuestros momentos de angustia. Adicionalmente, los medios ordinarios de gracia, observados cada día del Señor, sirven para fortalecer e incrementar nuestra fe (CBL 14.1). El Señor normalmente usa la predicación, la oración y los sacramentos para hacernos crecer y nutrirnos de su gracia (1 P 5:6-7). En medio de nuestras ansiedades y temores, necesitamos que la Palabra se proclame y se vea en signos visibles. Esto es así cuando nuestros temores nos hacen dudar de la bondad de Dios, la fidelidad del pacto o su promesa de salvar. La iglesia es crucial, y particularmente cuando luchamos con ansiedad.
Se requiere paciencia y humildad
La persona ansiosa, y la persona/s que está brindando consejo bíblico, requieren paciencia y humildad. La persona que está en ansiedad a menudo lucha con el deseo de sentir o tener mayor control sobre ciertas circunstancias. Una paciente y humilde dependencia de Dios (la fe como la de un niño) es la postura necesaria mientras luchamos con la ansiedad. Muchas veces la ansiedad, aunque no siempre, es pecaminosa, y por eso, una humilde dependencia de las Escrituras y el llamado al arrepentimiento que ellas contienen necesitan ser abrazados. Para el consejero, es necesario recordar que, al estar tratando con un hermano o hermana que batalla contra la ansiedad, también necesita paciencia y humildad. Y la paciencia es necesaria en aquello que a menudo puede ser un trabajo arduo y largo (1Ts 5:14). Y la humildad, en que no debemos vernos a nosotros mismos como mesías o con un enfoque personal orgulloso, más preocupado por nuestra capacidad de ayuda en lugar de centrarnos en la obra de Dios en la vida de esa persona (1 P 5:5). Las soluciones rápidas a menudo no son la respuesta y un consejero que esté enfocado más en su desempeño y eficiencia que en ser un siervo de Cristo hará más daño que bien. Estas lecciones no son las únicas que he aprendido, y tampoco están siendo explicadas en detalle. Más bien, estas simples cinco lecciones han sido mi experiencia a lo largo de muchos años y son lecciones que aún necesito incorporar de mejor manera en mi propia vida. Yo he batallado con la ansiedad. Me he sentado con muchas personas ansiosas. La esperanza de las Escrituras, la resurrección futura de nuestros cuerpos, la gloria del Evangelio, el llamado al arrepentimiento y la confianza, son todas maravillosas cuerdas a las que debemos aferrarnos en medio de nuestra ansiedad. Hasta que nuestro Señor regrese y la angustia de los creyentes sea completamente vencida, sigamos adelante y exclamemos como el Salmista: El día en que temo, yo en ti confío. En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Sal. 56:3-4).