Debo confesar que la productividad siempre ha sido una de las áreas más difíciles de mi vida. Como un joven común y corriente, con múltiples luchas y debilidades, y deseoso de crecer laboral y espiritualmente, constantemente me he propuesto metas, he iniciado proyectos y he intentado dar pasos concretos con el fin de llevarlos a cabo. Sin embargo, no mucho después de haber iniciado, en un sin número de ocasiones, he terminado “tirando la toalla” y dejado todo atrás. Con el paso del tiempo, he sido amonestado y he comprendido, que mi mayor problema no han sido las herramientas que he usado o los libros que he leído, sino el enfoque y la motivación con el que he hecho las cosas. El fundamento en el que he estado sosteniendo mis metas no ha sido un cimiento sólido (Mateo 7:24-27), los principios no han sido los correctos y la práctica ha sido muy ineficiente e indisciplinada. Es por eso, que al haberme enterado del aquel entonces nuevo libro de Ana Ávila sobre la productividad, “Aprovecha bien el tiempo, una guía práctica para honrar a Dios con tu día”, sin pensarlo dos veces, salí corriendo a la librería para adquirir mi copia. Al ver la alta demanda del libro, pude entender lo muy necesario que es poder tener en nuestras manos un libro sobre productividad que esté completamente centrado en el evangelio.
¿Para qué otro libro de productividad?
Sí, es cierto, podrías decirme “pero ¿para qué otro libro de productividad? Tenemos muchos en el mercado a los cuales acudir”. La diferencia mi querido amigo, es que este libro no es como cualquier otro que nos dice lo “geniales, inteligentes y capaces que somos de lograr todo lo que nos propongamos”. Si es lo que esperabas, lamento decepcionarte. Este libro aborda con completa honestidad y sencillez nuestro problema, nuestra necesidad y la esperanza que tenemos a nuestra disposición. En otras palabras, este libro nos lleva a recordar en cada página el verdadero fundamento con el que podremos ser realmente productivos para la gloria de Dios: el evangelio de Jesucristo. Por lo tanto, si no entendemos el corazón del problema y nuestro llamado como hijos de Dios, no importa cuántas herramientas usemos o cuántos libros de auto ayuda leamos, jamás podremos ser verdaderamente productivos. La autora, quien es Editora Senior en Coalición por el Evangelio y Química Bióloga Clínica, Ana Ávila, nos ayuda bíblicamente y de forma práctica con este tema. “En este libro descubriremos que sí; hay mucho más para nosotros que simplemente ir flotando por la vida. Pero también descubriremos que ese algo más es muy diferente a lo que solemos esperar. Nuestras vidas no son valiosas por todas las cosas que logramos; nuestras vidas son valiosas por todas las cosas que Dios ha logrado a nuestro favor. Una vez que comprendemos eso, somos libres para ser verdaderamente productivos”. Permíteme brevemente comentarte un poco de este libro y demostrarte por qué no es como los demás.
Estructura
En su libro, Ana expone y argumenta su tesis en tres partes: el fundamento, los principios y la práctica. En la primera parte, aprendemos que “el problema central es que tenemos una idea equivocada de lo que significa ser productivo”, y más adelante nos aclara esto al definir con sus propias palabras lo que verdaderamente significa tener una vida productiva: “la vida productiva es una vida que busca honrar a Dios con todo lo que tiene”. En otras palabras, “una persona productiva es alguien que toma todos los recursos que tiene (sin importar si son muchos o pocos, o si son reconocidos o despreciados) y busca utilizarlos para cumplir el propósito para el cual fue puesta en la tierra”. Por otro lado, la autora nos confronta con una cruda, pero necesaria verdad que debemos de entender y es que “uno de los errores más grandes que puedes cometer al intentar convertirte en una «persona productiva» es pensar que tu productividad es para ti”. Así como dice Ana Ávila, “la productividad no se trata de lograr, se trata de amar. La productividad es la manera en que buscamos poner en acción los dos grandes mandamientos que resumen toda la ley de Dios”, y más adelante continúa diciendo: “esta es la manera en que tú y yo podemos cambiar el mundo: amando a Dios y amando a otros. El amor debe ser la razón de nuestra productividad”. A veces pensamos que ser productivos es hacer mucho en poco tiempo o en simplemente lograr nuestras metas y sueños, sin embargo, no es así como la Biblia lo plantea. Ser productivos es bendecir a los demás con nuestros dones y talentos. Como pecadores redimidos, el Señor nos llama a ser bendecidos para bendecir a otros, no para crecer egoístamente en conocimiento y poder. Si el Señor nos dio dones, fue con el propósito de glorificarlo y ayudar a otros a glorificarlo. Como cuerpo de Cristo, estamos llamados a exhortarnos y guiarnos los unos a los otros (Hebreos 3:13); nuestro llamado no es solo llevar a los demás a Cristo sino a guiarlos día a día a ser más parecidos a Su imagen. En otras palabras, tenemos que ser productivos por amor a Dios y a los demás. En adición, la autora nos explica que ser productivos es una cuestión de carácter que solo podremos desarrollar en dependencia del Espíritu Santo. “Los cristianos podemos descansar en la soberanía de Dios que nos envía y capacita. Podemos enfrentarnos con lo que venga sabiendo que el resultado final no depende de nosotros. Una persona de fe puede trabajar duro y también descansar en que Dios utiliza sus limitados esfuerzos (los esfuerzos limitados del hombre) para Su gloria”. ¡Que esperanzadora noticia! En la segunda parte del libro, Ana nos presenta seis principios, uno por capítulo:
- Tiempo: tienes tiempo para hacer lo que deberías estar haciendo.
- Límites: no puedes hacerlo todo.
- Decisiones: no tienes que hacerlo todo.
- Enfoque: si no fijas tus ojos en la meta, acabarás perdido.
- Hábitos: cada paso en la dirección correcta cuenta.
- Herramientas: tu cerebro fue creado para crear, no para almacenar.
Y finalmente, en la tercera sección del libro, es en donde ponemos todos esos conceptos aprendidos a la práctica: alinea tu vida, planea tu semana y aprovecha tu día. Personalmente, disfruté grandemente esta sección del libro porque no solo Ana nos comparte de forma más personal algunas de las prácticas que más le han funcionado, sino que lo hace con una actitud de humildad al presentarlas no con superioridad ni orgullo de alguien que ha logrado todo a la perfección, sino de una pecadora necesitada diariamente de la gracia de Dios que desea constantemente glorificar al Señor aún a pesar de sus debilidades y luchas diarias.
Conclusión
Entonces, ¿ya entiendes por qué este libro no es como los demás? Nosotros no necesitamos que un libro nos diga lo “asombroso, capaces, geniales y autosuficiente” que somos y nos llene la cabeza de mentiras; no es necesario, nuestro pecado lo hace por nosotros de forma gratis y sin preguntar. Lo que verdaderamente necesitamos es un libro que nos confronte con nuestras carencias, debilidades y necesidades, con el fin de presentarnos luego la única esperanza que como criaturas caídas tenemos: a Cristo y Su glorioso evangelio. Si quieres ser verdaderamente productivo, no te refugies en superficiales libros de auto ayuda; refúgiate en Cristo. Te invito a que al igual que yo, corras en busca de este libro, medites en sus enseñanzas y seas beneficiado de su bíblico y práctico contenido. Te aseguro hermano y amigo, que al igual que a mí, este libro te será de enorme bendición. Pero recuerda, compártelo con los demás para que juntos, como cuerpo de Cristo, andemos siempre en sabiduría, “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16).